No es críticamente cierta la cronología ni la historia de este gran Santo que ha llegado hasta nosotros con los piropos de "Arpa del Espíritu Santo, Cantor de la Virgen Inmaculada, Profeta de los sirios, Maestro del Orbe..."
Poco sabemos de su niñez. Algunos historiadores creen que sus padres eran cristianos por la sencilla razón de que los nombres bíblicos solamente solían ponerlos a sus hijos los cristianos.
Nació en Nísibe de Mesopotamia, la actual Irak por el 306.
Parece ser que Efrén se puso al servicio del Obispo de Nísibe, que era el santo varón Jacobo y éste le ordenó de diácono y le encomendó que abriera una Escuela en la que se enseñase, sobre todo, la Sagrada Escritura. Allí Efrén dio comienzo a escribir sus famosos Carmina Nisebina.
Cuando Nísibe pasó a depender de la autoridad de los persas, en 363, Efrén se expatrió junto con la escuela a Edesa. Allí moriría en el año 373.
Su encuentro con San Basilio, cuyo nombre llenaba toda la cristiandad, fue emocionante como el mismo San Efrén nos lo cuenta. Era por el 370. Después de las respectivas presentaciones, le dijo San Efrén: "¡Oh Padre mío, guárdame de mi debilidad y de mis negligencias; dirígeme por el camino recto, el Dios de las inteligencias me ha traído hasta ti para que seas mi médico. Detén mi navío en la onda del reposo!".
La caridad ardía en sus entrañas. Dio cuanto tenía para los pobres. Ya anciano se puso a edificar un hospital para sus conciudadanos de Edesa. Ellos llorarán su muerte como la del padre más amado. A pesar de ser simplemente Diácono hará el oficio de sacerdote, de obispo y de papa, ya que su influjo en la Iglesia de su tiempo no fue superado por nadie.
San Efrén es a la vez un místico - cuya contemplación procede de una ascesis rigurosa -, un doctor igualmente centrado en la alta doctrina como en la catequesis del pueblo, y un poeta a quien las Iglesias de lengua siria han apellidado «el arpa del Espíritu Santo». La producción de Efrén es considerable, pero puesta por entero al servicio de la catequesis.
Bajo la forma de himnos y homilías rimadas, el diácono de Nísibe y de Edesa sigue enseñando al pueblo, de acuerdo con un método que se presta en gran manera a la memorización.
Tiene preciosos comentarios a las Sagradas Escrituras. Encantadores sus "Himnos fúnebres". Compuso muchos himnos y comentarios preciosos sobre la Virgen María, especialmente sobre la Inmaculada. Bien ha merecido el título de "Cantor de la Virgen Inmaculada".
La poética de Efrén, de inspiración semítica, se aparta un poco de la occidental, por sus metáforas e hipérboles, pero su obra está transida de una finísima inspiración de amor a Cristo y a la Virgen Madre de Dios.
Es difícil imaginar un oficio litúrgico sin canto. Desde las catedrales a las capillas, la música es parte integral de la celebración. Más aún, los himnos infunden enseñanza religiosa en nuestro mismo ser. Cojamos un himno tan popular como el «Amazing Grace» (Gracia asombrosa). Pocas historias de conversión han sido contadas de manera tan sucinta, o duradera, como las palabras del en un tiempo esclavista y capitán de navío John Newton.
El uso de los himnos como medio para educar e instruir no empezó en tiempos de Newton.
San Efrén cogía los cantos de los grupos disidentes y heréticos y rescribía sus letras para reflejar una doctrina exacta. Por añadidura, fue uno de los primeros en componer cantos para la adoración oficial de la Iglesia.
A lo largo de los siglos se han compuesto muchas gloriosas piezas musicales para honrar y glorificar a Dios. Aunque puedan disfrutarse meramente por su deleite estético, pueden también utilizarse como un medio de fomentar nuestra vida de oración. Si tienes una composición favorita (quizá El Mesías de Haendel o el Réquiem de Mozart) basada en un tema religioso, ¿por qué no dejarla llenar los lugares vacíos de tu alma? Como Thomas Campion dijera una vez: «El cielo es música.»
Santamente volaba al cielo el 373 ordenando que no se le hicieran honras fúnebres aunque en esto sus hijos espirituales no le hicieron caso.
En 1920 se le reconoció como doctor de la Iglesia por su combate contra las herejías y su inspirada exaltación de las verdades de la fe, sobre todo de la Presencia real de Cristo en la Eucaristía y de la pureza de la Virgen (uno de sus títulos es el de «cantor de la Inmaculada».)
No hay comentarios:
Publicar un comentario