TODOS LOS SANTOS

viernes, 30 de enero de 2009

SAN LESMES


Lesmes, nace en la villa de Loudon,perteneciente a la región francesa del Poitou, en el año 1035. Su infancia transcurre al calor de los cuidados de su madre y bajo la protección de su padre en sus esporádicas estancias en el hogar, a causa de las obligaciones de su profesión de militar.

Llegado a la juventud y siguiendo los deseos de su padre, se alista en la milicia. A la muerte de sus padres y sintiéndose insatisfecho del mundo, decide abandonar la vida militar, movido por el deseo de responder a la llamada de Dios, que le invita a dejarlo todo para entregarse plenamente a su servicio.


IGLESIA DE SAN LESMES EN DURGOS.

Emprende entonces peregrinación a Roma, para visitar la tumba de San Pedro, con la intención de hacerse monje. La Providencia divina le va propiciar, al pasar por la Auvernia, el encuentro con el abad Roberto, que ha fundado recientemente el monasterio de Casa Dei. La breve covivencia con el abad y su comunidad, suscita en Lesmes el deseo de ingresar en la nueva abadía benedictina, pero el abad Roberto le pide que concluya su peregrinación a Roma. A su vuelta ingresó en el monasterio de Casa Dei.


Su intensa vida de oración en el convento y su entrega a los hermanos, le convierte en un monje ejemplar, llegando a ser maestro de novicios y , más tarde, por designación de sus hermanos, Abad de la Comunidad. Su fama de santidad y las noticias de sus numerosos milagros se extendieron por toda Francia. Este fue el motivo por el que la reina Doña Constanza de Borgoña, de origen francés y segunda esposa del rey Alfonso VI de Castilla, le invitó a Burgos para asesorar a la Corte y contribuir a remediar los males que aquejaban a esta tierra castellana.


INTERIOR DE LA IGLESIA.

El humilde monje decide aceptar la sugerencia real, como manifestación del querer divino. Su virtud y poder de convicción se mostraron espléndidamente durante la reconquista de Toledo en 1085. El ejército castellano no se atrevía a cruzar el Tajo para lanzarse sobre la ciudad; entonces, San lesmes, montado en su pollino, se lanzó en medio de la corriente, arrastrando tras de si a todo el ejército castellano.

Más tarde, con la aprobación del rey Alfonso VI, se afinca en Burgos, en una sencilla casa, junto a la ermita de San Juan Evangelista, haciéndose cargo del culto en la misma así como también del hospital fundado por el rey en el año 1070 para acogida de peregrinos, a los que Lesmes atiende personalmente curándoles sus heridas.

MARAVILLOSO CRISTO EN LA IGLESIA DE SAN LESMES.

Su experiencia de viajero por la ruta jacobea de Le Puy, le convierte en pionero de la hospitalidad peregrinos y menesterosos. Su permanencia definitiva en Burgos le pone en contacto con las gentes y sus problemas. A todos trata de servir con su reconocida grandeza de alma. Acoge a pobres y peregrinos y funda el monasterio de San Juan Evangelista, en el que introduce la regla benedictina,y del cual fue su primer Prior.

Aquejado de una grave enfermedad pulmonar, con 62 años de edad, le sorprende la muerte, el 30 de enero de 1097. Lesmes es conducido por sus monjes al oratorio, donde entrega su alma a Dios, entre los brazos de sus hermanos.

El día de la muerte, para un santo, para todo el que durante su vida se ha esforzado en ser consecuente con su bautismo, es el día más feliz de su vida. Es su verdadero nacimiento a la eternidad, en la visión beatífica de Dios. Pero la muerte, también la de los santos, está rodeada de llanto y tristeza para los que se quedan. Por ésto, la última y grave enfermedad de Lesmes, convulsiona a la ciudad de Burgos.

Frente a la Iglesia, de San Lesmes, (Diego Porcelos, fundador de Burgos )

Le viene cuando apenas había comenzado su andadura el año 1097; año feliz para Lesmes, pero año de desconsuelo para todos aquellos que en Lesmes tenían apoyo en sus males físicos o espirituales. La noticia de su muerte pasa de boca en boca, extendiéndose por todo Burgos, hasta llegar a la familia más alejada del Monasterio de San Juan Evangelista, donde yace su cuerpo inerte.

Dice su biógrafo:

"inmediatamente se extendió por toda la región la noticia. Lesmes, el varón de Dios, el protector de los débiles, el consolador de los tristes, el aliento de los moribundos, el alivio de los pobres, ha muerto..."


En 1480 sus reliquias fueron trasladadas a la iglesia de San Juan Evangelista, a él dedicada en Burgos. Su tumba se convirtió en poco tiempo en foco de atracción de los fieles, pues el auxilio divino se manifiesta en repetidos prodigios y milagros ante el sepulcro de Lesmes. Burgos puede cambiar el luto por la alegría, la tristeza por el gozo; ha encontrado un santo, tiene un poderoso intercesor. Lesmes ha cerrado los ojos en la tierra para abrirlos de par en par, y para siempre, ante el Señor, al que amó y sirvió durante su peregrinar terreno.
RETABLO PRINCIPAL DE LA IGLESIA.

El rey Alfoso VII le proclamó patrono de sus reinos. El templo de San Juan cambió su título por el de San Lesmes. La ciudad de Burgos le invocó como patrono. Su fiesta se integró en el calendario diocesano burgalés y de las diócesis de Poitiers y Le Puy.

FACHADA DE LA IGLESIA.

La parroquia de San Lesmes de Alcobendas celebra su fiesta el domingo más próximo al 30 de Enero, día de su nacimiento a la Vida para siempre en el cielo.


jueves, 29 de enero de 2009

SAN PEDRO NOLASCO


Nace en Barcelona, España, 1189.

A los 15 años sufre la muerte de su padre y se dispone a repartir santamente sus muchos bienes a lo que su madre asiente.

Años mas tarde, estando en edad de casarse, peregrina a Monserrat. Allí, a los pies de la Virgen, pudo comprender mejor el vacío de las vanidades mundanas y el tesoro que es la vida eterna. Prometió entonces a la Virgen mantenerse puro y dedicarse a su servicio.

Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos al Africa. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos por eso perdían la fe pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación de el mayor número posible de esclavos. Recordaba la frase del evangelio: "No almacenen su fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe. Almacenen su fortuna en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que las dañe" Mt 6,20.
En 1203 el laico San Pedro Nolasco iniciaba en Valencia la redención de cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman grupos -cofradías- para recaudar la "limosna para los cautivos". Pero llega un momento en que la ayuda se agota. Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración profunda.


Intervención de la Virgen para la fundación
La noche del 1 al 2 de agosto del año 1218, la Virgen se le apareció a Pedro Nolasco. Según una tradición dudosa, también se apareció la Virgen a San Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a los tres por separado su deseo de fundar una orden para redimir cautivos.

El hecho es que la Virgen María movió profundamente el corazón de Pedro Nolasco para fundar la orden de la Merced y formalizar el trabajo que el y sus compañeros hacían ya por 15 años. El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la Catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou, se crea la nueva institución.


Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. Pedro Nolasco reconoció siempre a María Santísima como la auténtica fundadora de la orden mercedaria. Su patrona es La Virgen de la Merced. "Merced" significa "misericordia".(Mas sobre La Virgen de la Merced y San Nolasco).

La nueva orden fue laica en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real. Allí recogían a indigentes y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían donde ir. Seguían la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar dinero para liberarlos. Eran acompañados con frecuencia de ex-cautivos, ya que, cuando uno era rescatado, tenía obligación de participar durante algún tiempo en este servicio. Normalmente iban cada año en expediciones redentoras. San Pedro continuó sus viajes personalmente en busca de esclavos cristianos. En Argelia, Africa, lo hicieron prisionero pero logró conseguir su libertad. Aprovechando sus dones de comerciante, organizó con éxito por muchas ciudades colectas para los esclavos.


Los frailes hacían, además de los tres votos de la vida religiosa, pobreza, castidad y obediencia, un cuarto: dedicar su vida a liberar esclavos. Al entrar en la orden los miembros se comprometían a quedarse en lugar de algún cautivo que estuviese en peligro de perder la fe, en caso que el dinero no alcanzara a pagar su redención. Entre los que se quedaron como esclavos está San Pedro Ermengol, un noble que entró en la orden tras una juventud disoluta. Este cuarto voto distinguió a la nueva comunidad de mercedarios.

El Papa Gregorio Nono aprobó la comunidad y San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General.


El rey Jaime decía que si había logrado conquistar la ciudad de Valencia, ello se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Cada vez que obtenía algún triunfo lo atribuía a las oraciones de este santo.

Antes de morir, a los 77 años, pronunció el Salmo 76: "Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados".

Su intercesión logró muchos milagros y el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1628.

martes, 27 de enero de 2009

SANTA ÁNGELA DE MÉRICI (1470-1540)



Terciaria Franciscana. Fundadora de las Ursulinas.


Nació alrededor del año 1470 en Desenzano, junto al lago de Garda, en la región de Venecia. Tomó el hábito de la Tercera Orden Franciscana y reunió un grupo de jóvenes para instruirlas en las obras de caridad. El año 1535 fundó en Brescia un instituto femenino, bajo la advocación de Santa Úrsula, dedicado a la formación cristiana de las niñas pobres. Murió el año 1540.

El nombre de Santa Ángela de Mérici es de los que mayor celebridad han alcanzado en la historia de la Iglesia. En pleno Renacimiento, cuando se está elaborando un mundo nuevo, en el momento en que la herejía de Lutero empieza sus estragos, esta humilde creyente sin letras comprende que la ignorancia es la gran plaga de la Iglesia, y organiza para la educación de las niñas lo que San Ignacio de Loyola en favor de los jóvenes. Por donde se ve cómo Dios sabe escoger a su debido tiempo instrumentos dóciles para realizar sus designios providenciales.

Funda la Compañía de Santa Úrsula, primera Congregación de mujeres dedicadas a la enseñanza. Para cumplir su misión, las primeras Ursulinas vivirán en medio del mundo; transformarán el ideal de la vida religiosa, que para las mujeres no pasaba del claustro y del hábito monacal.

Por otra parte, la fundadora determina que, dócil a la autoridad eclesiástica, el Instituto se adapte a los tiempos y lugares. «A estas dos Compañías de Ursulinas y Jesuitas, deben principalmente muchas naciones de Europa haber conservado la verdadera doctrina católica».

Una familia piadosa. Infancia de una santa

Ángela nació el 21 de marzo de 1474, en Desenzano, puerto de pesca a orillas del lago de Garda, a treinta kilómetros de Brescia. Su padre, Juan de Mérici, y su madre, Biancosi, vivían en la granja de los Grezze, subsistente en la actualidad, de la cual eran propietarios. Ángela era la última de cinco hijos: tres niños y dos niñas.

La casa paterna era un verdadero santuario; se vivía y trabajaba continuamente con el pensamiento de «Dios me ve»; se rezaba en común; por la tarde, la lectura de un libro de piedad o la Vida de los Santos daba fin a los trabajos del día.

Ángela seguía con extremado esmero e íntima satisfacción estas piadosas prácticas. Con tan santas ideas y elevados pensamientos, se trazó un género de vida que tenía mucho de retiro y soledad. Con la ayuda de su hermana, que tenía aspiraciones muy semejantes, transformó en oratorio una habitación reducida, donde se retiraban cada tarde a horas determinadas para orar y cantar las divinas alabanzas. A estos ejercicios juntaba Ángela los rigores de la penitencia. A los nueve años consagró a Dios su virginidad, haciendo voto de guardarla, y persuadió a su hermana para que hiciera lo mismo. Desde entonces renunció a todos los adornos mundanos, y su única preocupación era complacer en todo a Nuestro Señor Jesucristo.

Ángela estaba dotada de rara hermosura: poseía una abundante cabellera, cuyos bucles de oro flotaban a merced del viento. Un día, oyendo alabar su belleza se turbó y, no pudiendo cortar sus doradas trenzas sin singularizarse imprudentemente, optó por anular su brillo empleando una extraña loción, compuesta de agua, hollín y miel.

Tenía trece años cuando, a sus instancias, fue admitida a la primera comunión. Hubiera querido comulgar todos los días, pero la lamentable costumbre de las comuniones tardías y raras, esclavizaba a las almas amantes de Jesús en la Eucaristía. Por lo cual, cuando Jesús venía a su alma estaba en el colmo de la felicidad: pasaba todo aquel día sin querer tomar ningún otro alimento, y tenía sabrosísimos coloquios con su dulce y amable Jesús.

Nueva morada. Huida al desierto

Hacia el año 1487, Juan de Mérici, que contaba sólo unos cuarenta años, fue atacado por una fiebre maligna que en contados días le quitó la vida. Dos años más tarde su virtuosa mujer le seguía a la tumba. Con motivo de esta repetida desgracia, las dos huérfanas buscaron quien pudiese guiarlas y dirigirlas por el buen camino emprendido, y abandonaron la población de Desenzano.

Bartolomé Biancosi, hermano de su madre, las tomó a su cargo y las llevó consigo a Salo, población situada igualmente a orillas del lago de Garda, a unos 25 kilómetros al norte de Desenzano. Era un rico comerciante y, sobre todo, un cristiano ejemplar muy respetado por sus conciudadanos. En esta mansión hospitalaria, donde todo favorecía sus deseos de perfección, fue fácil a las dos jóvenes trazarse acertado reglamento de vida, distribuyendo el día entre el trabajo y la oración, sin dejar un solo instante a la ociosidad.

Santa Ángela, Terciaria Franciscana

Hacía ya unos seis años que Ángela y su hermana vivían en casa de su tío, cuando esta hermana tan querida fue arrebatada a su cariño por una muerte repentina, sin que el sacerdote tuviese tiempo de administrarle los últimos sacramentos. Ángela quedó muy apenada por esta nueva desgracia.

Una angustia dolorosa la apesadumbraba; temblaba por la suerte de esta alma, llamada de improviso al tribunal de Dios. Algún tiempo después, cuando llevaba la comida a los segadores, vio sobre su cabeza, en una revuelta del camino, una nube luminosa, y en ella a la Santísima Virgen, que le presentaba a su hermana llena de gloria y rodeada de un cortejo de ángeles. «¡Oh Ángela! -dijo la feliz predestinada-, persevera como has empezado, y gozarás conmigo de la misma alegría y felicidad».

Este acontecimiento tuvo grandísima influencia sobre nuestra Santa, y fue causa de que cada día se desprendiese más de las cosas de la tierra.

Por esta época determinó entrar en la Orden Tercera de San Francisco, cuyo espíritu y Regla abrazó en toda su plenitud y eficacia. Desde aquel momento se llamó «Hermana Ángela». Revestida del hábito franciscano, que llevó hasta la muerte y con el cual quiso ser enterrada, nuestra Santa pudo, aun permaneciendo en el mundo, vivir como perfecta religiosa.

También por este tiempo, en 1495 ó 1496, la muerte le arrebató a su tío Bartolomé; Ángela volvió a habitar la casa paterna en Desenzano, en donde permaneció veinte años más.

Al principio de su regreso a Desenzano, Ángela administró el patrimonio que había heredado; pero, por amor a la pobreza, poco a poco fue despojándose del mismo y acabó por vivir de limosna. Sus penitencias fueron cada día más rigurosas: una tabla o una estera sobre el suelo formaban su cama, y unos sarmientos o una piedra le servían de almohada. Salía de casa raras veces; el cilicio, las flagelaciones y los ayunos continuos, mortificaban sin compasión su cuerpo. La Sagrada Eucaristía, que recibía todos los días con el asentimiento de su director, la alimentaba y sostenía milagrosamente.

Entre las almas que en esta época trabaron amistad con nuestra Santa, se contaba una joven cuyo nombre no nos es conocido, y que durante largo tiempo fue su compañera. Juntas rezaban, trabajaban y visitaban a los pobres. Este cariño entre ambas amigas, fue también roto por la muerte hacia el año 1506.

Un mes, poco más o menos, después de este acontecimiento, Ángela va al campo, encompanía de unas niñas.




Mientras éstas meriendan, ella se retira para orar a la sombra de un emparrado, en un lugar llamado Brudazzo. De pronto, las nubes se separan, rodéala una luz resplandeciente y surge una escala semejante a la de Jacob, que llega hasta el cielo. Muchedumbre innumerable de vírgenes suben y bajan por ella, vestidas con túnicas resplandecientes y llevan diadema real. Van de dos en dos dándose la mano, y un cortejo celestial de ángeles músicos las acompañan con arrobadoras melodías. Separándose del grupo, una de las vírgenes -en la que Ángela reconoce a la amiga que acaba de perder- se acerca a nuestra Santa y le dice: «Ángela, has de saber que Dios te ha enviado esta visión para indicarte que, antes de morir, fundarás en Brescia una Sociedad de vírgenes muy semejantes a éstas».

Ángela comunicó a sus compañeras lo que acababa de suceder, y ellas se pusieron bajo su dirección para consagrarse a obras de celo, educar a los parvulitos, reunirlos para enseñarles las oraciones y el catecismo,
visitar y socorrer a los pobres y enfermos, entrar en los talleres y lugares de trabajo para combatir la blasfemia. Era como un bosquejo de la obra anunciada por la visión. La acción de la naciente Sociedad se dejó pronto sentir; un renuevo de vida cristiana floreció en Desenzano y en toda la región. Ángela se trocó entonces en persona veneranda; venían a visitarla, a recibir sus consejos y encomendarse a sus oraciones.

Sin embargo, la visión había hablado de Brescia: en efecto, en dicha población había decidido la Providencia poner las bases de la futura Congregación.

Había por entonces en Brescia una familia rica, los Pentagola, grandes bienhechores de toda buena obra, de las iglesias y de los monasterios, que iban cada año a pasar los meses de verano en su casa de campo de Patengo, aldea próxima a Desenzano. Habiendo conocido las virtudes y los méritos de Ángela, pronto fueron amigos y protectores de su naciente Sociedad. Aconteció en 1516 que los Pentagola, recién llegados a Brescia, tras una estancia de cuatro meses en Patengo, perdieron por muertes súbitas y seguidas a sus dos hijos. Abrumados de pena acuden a la caridad de Ángela y le ruegan los vaya a consolar. Obedeciendo a sus superiores espirituales, que le mandan acceder a la súplica, Ángela toma las providencias que juzga necesarias para asegurar durante su ausencia el buen funcionamiento de su pequeña Sociedad de Desenzano, y sale para Brescia, en donde van a cumplirse las divinas promesas.

En Brescia. Peregrinaciones a Jerusalén y a Roma

Brescia acababa de sufrir el triste azote de la guerra que durante veinte años desoló a Italia, y particularmente al Milanesado y al Véneto. En medio de tal desolación, Ángela aparece en verdad como el ángel de Dios. Predica a todos la conversión y reforma de vida. Su pobre celda, cerca de la iglesia de San Bernabé, puede apenas contener a los que desean verla; aquello parece una Universidad, pues entre otras gracias sobrenaturales, Ángela ha recibido el don de la ciencia infusa; habla latín sin haberlo estudiado nunca; explica los puntos más difíciles de las Sagradas Escrituras y trata los asuntos teológicos con tan grande precisión, que los más graves doctores acuden a sus consejos de vidente.

Un estudiante de la Universidad de Padua, fue a Brescia para cerciorarse de cuanto se decía de la sierva de Dios. Presentóse magníficamente vestido, con bonete encarnado de doctor, y en él la pluma vistosa y larga que imponía la moda de aquella época.

-- Estudio -le dijo- con gran deseo de llegar a ser sacerdote, y anhelo saber si es ésta, efectivamente, la voluntad de Dios.

-- Tiene usted que mejorarse mucho -le respondió ella- antes de abrazar un estado que pide sencillez y modestia, pues me parece que está muy inclinado a la vanidad.

El joven, confundido, confesó su equivocación y comenzó con denuedo la reforma de su vida.

Consiguió también Ángela reconciliar personajes de la aristocracia que hacía largo tiempo se profesaban un odio mortal; este hecho tuvo una resonancia considerable. El duque de Milán, Francisco Sforza, encantado de la sabiduría de sus consejos, la llamaba su «madre espiritual» y procuraba retenerla a su lado.

Aunque Ángela nada haya manifestado de sus tentaciones, no se puede dudar que el demonio, ante tanta santidad, redoblaría sus esfuerzos para inducirla a vanidad, valiéndose de las astucias propias del espíritu maligno. Se sabe de cierto, que un día el demonio se le presentó en forma de ángel de luz y le dirigió palabras de alabanza. Ángela advirtió el engaño; un ángel que adula, no puede ser más que un demonio. «Retírate -le dijo-, tú eres el espíritu de la mentira. No soy más que una pecadora indigna de ser visitada por los ángeles del cielo».

En el mes de mayo de 1524, Ángela emprendió con uno de sus primos, Biancosi, y un rico gentilhombre bresciano, la peregrinación a Tierra Santa; pero, al desembarcar en Candía, perdió de repente la vista. No obstante, resolvió seguir el viaje. Al llegar a la santa colina del Calvario renovó sus votos, y en la iglesia del Santo Sepulcro recibió nuevas luces acerca de su misión.

A la vuelta, como el navío hiciera escala nuevamente en Candía, Ángela fue conducida a una iglesia donde se veneraba un Santo Cristo milagroso. Púsose en oración y al momento recobró la vista. Los peregrinos siguieron su travesía con gran alegría y satisfacción, y llegaron sanos y salvos a Venecia, después de haberse salvado milagrosamente de una terrible tempestad, y haberse podido librar de la persecución de los piratas berberiscos.

Apenas desembarcaron en Venecia, la sierva de Dios fue objeto de la admiración de todas las gentes; las autoridades civiles y religiosas le ofrecieron la dirección de los hospitales. Ella lo rehusó muy agradecida y, viendo lo que hacían para retenerla, huyó en secreto y se encaminó a Brescia.

Al año siguiente fue a Roma para ganar el jubileo. Al entrar en la basílica de San Pedro encontró a un camarero del Papa, que había sido compañero suyo de viaje al regresar de Tierra Santa, el cual la presentó al Sumo Pontífice. Sabedor de las maravillas debidas a la santidad de esta humilde mujer, Clemente VII hubiera querido que fijase su residencia en Roma, para ponerla al frente de las casas de caridad; pero Ángela le dio a conocer su visión de Brudazzo y la misión que de Dios había recibido. El Papa la escuchó y bendijo la fidelidad que ponía para seguir el divino llamamiento.

Fundación de las Ursulinas

Cinco años han de pasar antes de que la fundadora ponga las bases de su Instituto. La guerra ha vuelto a Italia, por la histórica rivalidad de Francisco I y Carlos V. En 1529, Brescia es de nuevo atacada; sus habitantes buscan refugio en Cremona y no vuelven hasta que se firma la paz, por Navidad del mismo año.

La Providencia interviene al fin, y Nuestro Señor en persona ordena a Ángela que ponga manos a la obra sin más pérdida de tiempo. Nuestra Santa escoge entonces doce jóvenes de Brescia, y les propone, de parte del divino Maestro, llevar una vida retirada en sus respectivas casas; luego, en sucesivas reuniones las instruye en el amor y práctica de la pureza, mortificación, obediencia, pobreza y en la perfecta caridad. Hacia el fin del año 1533 sus hijas espirituales son veintiocho, y las reúne todos los días. Les hace ver los males de la Iglesia: pues Inglaterra es arrastrada al cisma por su rey; Lombardía amenazada por el protestantismo que destroza a Alemania, y en todas partes la ignorancia religiosa trae males sin cuento; a la vez, les pone de relieve el bien que puede producir en el mundo la fundación de un grupo de religiosas que sepan hermanar la vida activa con la contemplativa.

Las primeras religiosas de este Instituto emitieron los votos el 25 de noviembre de 1535 en Brescia, en la iglesia de Santa Afra: eran veintisiete; un mes después su número llegaba a sesenta; a los tres votos de religión añadían el de consagrarse a la enseñanza.

Ángela no quiso que se diera su nombre al nuevo Instituto: lo puso bajo la protección de Santa Úrsula, la virgen mártir de Colonia, que se le había aparecido tres veces para guiarla y animarla, y a quien las Universidades de la Edad Media habían escogido ya como patrona de la juventud y de los estudios.

-- Formaremos -decía- la Compañía de Santa Úrsula... Ella será vuestra patrona y la mía. Trabajaremos bajo su estandarte por la propagación de la fe y la extinción del vicio y del error; instruiremos en la santa doctrina de Jesucristo a las personas de nuestro sexo.

Y, repartiéndose los barrios de la ciudad, comenzaron diligentes su labor bienhechora. La Regla recibió la primera aprobación del cardenal Cornaro, obispo de Brescia, el 8 de agosto de 1536. Las Constituciones recibieron la primera aprobación de Paulo III, en 1544. En ese mismo año la Compañía adoptó la Regla de San Agustín.

El movimiento se tomó con gran entusiasmo y se propagó rápidamente por Italia, Alemania y Francia. En pocos años la Orden contó muchas casas.

Ángela, Superiora General. Su muerte

Algunos meses más tarde, el 18 de marzo de 1537, se reunía el primer Capítulo general, y la Hermana Ángela, a pesar de todas sus instancias, fue elegida Superiora General de la Compañía. Continuó durante tres años instruyendo, guiando y, sobre todo, edificando a sus primeras hijas, cuyo número iba aumentando rápidamente.

Cayó enferma al principio de enero de 1540, y, habiendo reunido a sus hijas apenadas y entristecidas alrededor de su lecho, les dio sus últimas instrucciones. Luego recibió los santos sacramentos «con angélica devoción», cerró los ojos y entregó suavemente su alma a Dios, el 28 de enero de 1540, musitando sus labios el santo nombre de Jesús. Ángela iba a cumplir sesenta y siete años.

Su cuerpo fue llevado con gran pompa y solemnidad a la catedral de Santa Afra, donde estuvo expuesto durante un mes. Los prodigios se manifestaron muy pronto ante el sepulcro de la «virgen de Brescia», y la iglesia llegó a ser pronto un centro de peregrinaciones.

Clemente XIII aprobó, el 30 de abril de 1768, el culto que el pueblo daba espontáneamente a la sierva de Dios. En 1790, el papa Pío VI iba a proceder a su canonización, mas la Revolución francesa se lo impidió, y Pío VII la canonizó el 24 de mayo de 1807.

Desarrollo y extensión del Instituto

Santa Ángela no había hecho más que poner los primeros fundamentos de la obra que Dios le había ordenado establecer, y que debía extenderse por el mundo entero con maravillosa rapidez.

Las hijas de Santa Ángela se dedicaron, sobre todo, a formar el corazón de la infancia en los principios de la vida cristiana, y a reformar de esta suerte la sociedad corrompida por la doctrina luterana. En pocos años tomaron tal desarrollo, aun en las comarcas más lejanas, que se vio verdaderamente que la obra correspondía a los designios de la Providencia, y que, si el hombre planta y riega, sólo Dios da el crecimiento. Por todas partes reclamaban a las hijas de Ángela, y todos deseaban procurar a la infancia maestras tan prácticas y experimentadas en el arte de la Pedagogía.

La Compañía de Santa Úrsula fue aprobada por la Santa Sede el 9 de junio de 1544. Las comunidades de Santa Úrsula eran independientes entre sí; pero un deseo general de unión se manifestó en el seno de la Orden a fines del siglo XIX. De aquí nació «La Unión romana de las Ursulinas», realizada por el papa Pío X, por un decreto del 14 de septiembre de 1903.


Del Testamento espiritual de Santa Ángela de Mérici

Queridísimas madres y hermanas en Cristo Jesús: En primer lugar, poned todo vuestro empeño, con la ayuda de Dios, en concebir el propósito de no aceptar el cuidado y dirección de los demás, si no es movidas únicamente por el amor de Dios y el celo de las almas.

Sólo si se apoya en esta doble caridad, podrá producir buenos y saludables frutos vuestro cuidado y dirección, ya que, como afirma nuestro Salvador: Un árbol sano no puede dar frutos malos.

El árbol sano, dice, esto es, el corazón bueno y el ánimo encendido en caridad, no puede sino producir obras buenas y santas; por esto, decía san Agustín: «Ama, y haz lo que quieras»; es decir, con tal de que tengas amor y caridad, haz lo que quieras, que es como si dijera: «La caridad no puede pecar».

Os ruego también que tengáis un conocimiento personal de cada una de vuestras hijas, y que llevéis grabado en vuestros corazones no sólo el nombre de cada una, sino también su peculiar estado y condición. Ello no os será difícil si las amáis de verdad.

Las madres en el orden natural, aunque tuvieran mil hijos, llevarían siempre grabados en el corazón a cada uno de ellos, y jamás se olvidarían de ninguno, porque su amor es sobremanera auténtico. Incluso parece que, cuantos más hijos tienen, más aumenta su amor y el cuidado de cada uno de ellos. Con más motivo, las madres espirituales pueden y deben comportarse de este modo, ya que el amor espiritual es más poderoso que el amor que procede del parentesco de sangre.

Por lo cual, queridísimas madres, si amáis a estas vuestras hijas con una caridad viva y sincera, por fuerza las llevaréis a todas y cada una de ellas grabadas en vuestra memoria y en vuestro corazón.

También os ruego que procuréis atraerlas con amor, mesura y caridad, no con soberbia ni aspereza, teniendo con ellas la amabilidad conveniente, según aquellas palabras de nuestro Señor: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, imitando a Dios, del cual leemos: Lo dispuso todo con suavidad. Y también dice Jesús: Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.

Del mismo modo, vosotras tratadlas siempre a todas con suavidad, evitando principalmente el imponer con violencia vuestra autoridad: Dios, en efecto, nos ha dado a todos la libertad y, por esto, no obliga a nadie, sino que se limita a señalar, llamar, persuadir. Algunas veces, no obstante, será necesario actuar con autoridad y severidad, cuando razonablemente lo exijan las circunstancias y necesidades personales; pero, aun en este caso, lo único que debe movernos es la caridad y el celo de las almas.

lunes, 26 de enero de 2009

SAN TIMOTEO Y SAN TITO



San Timoteo, obispo y mártir. Año 97.

Timoteo significa: tengo un gran respeto a Dios.

San Timoteo fue un discípulo muy amado de san Pablo. Era de Listra. Los Hechos de los Apóstoles dicen: Había en Listra un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego. Los creyentes de la ciudad y de los alrededores daban de él muy buenos testimonios. Pablo quiso que se fuera con él.

San Pablo le impuso las manos y le confió el misterio de la predicación, y en adelante lo consideró siempre como un hijo suyo y un discípulo muy amado. En la carta a los Corintios, el apóstol lo llama "Timoteo: mi hijo amado" (1 Cor. 4,7) y de la misma manera lo llama en las dos cartas que le escribió a él.

Timoteo acompañó a San Pablo en su segundo y tercer viajes misioneros. El apóstol al escribirle más tarde le recordará lo buena que fue su familia: "Quiero refrescar el recuerdo de la gran fe que había en tu familia: en tu abuela Loida y en tu madre Eunice. Que esa fe se conserve en ti, ya que desde tu más tierna infancia te hicieron leer y meditar las Sagradas Escrituras" (1 Tim. 1,5;4,14)

La familia de Timoteo progresó mucho en santidad cuando San Pablo y San Bernabé estuvieron hospedados en su casa en Listra. Y allí aquella ciudad les sucedió a los dos apóstoles un hecho muy singular.

Las gentes al ver cómo Pablo curó instantáneamente a un tullido, bendiciéndolo en nombre de Jesucristo, se imaginaron que estos predicadores eran dos dioses disfrazados de hombres.

Que Bernabé, por alto y elegante, era Júpiter, y que Pablo, por lo bien que hablaba, era Mercurio, el mensajero de los dioses y patrono de los oradores. Y corrieron a llamar a los sacerdotes del Templo de Júpiter, los cuales llegaron trayendo un toro para ofrecérselo en sacrificio a los dos dioses. San Pablo se dio cuenta del engaño en que estaban, y rasgándose la camisa les gritó: "Hombres, nosotros no somos dioses, somos pobres criaturas como todos ustedes."

Y entonces la situación cambió por completo. Los judíos incitaron al populacho contra los predicadores y los apedrearon dejándolos medio muertos. Fueron llevados a casa de Timoteo y allí les hicieron las curaciones más necesarias y en la madrugada salieron de la ciudad. Seguramente que a Timoteo le debió impresionar muy profundamente el modo tan extraordinariamente heroico y alegre que tenía San Pablo para ofrecer sus padecimientos por amor a Dios y por la salvación de las almas, y esto lo movió más y más a dedicarse a seguirlo en sus trabajos de apostolado.

Después de viajar con él en sus correrías de predicación por varios países, Timoteo acompañó a San Pablo en la prisión que tuvo que sufrir en Roma, pues en las cartas que desde Roma escribió el gran apóstol anuncia que lo está acompañando Timoteo, su fiel discípulo.

Muy famosas son las dos cartas de San Pablo a Timoteo. En ellas le recomienda: "Que nadie te desprecie por tu juventud. Muéstrate en todo un modelo para los creyentes, por la palabra, la conducta, la caridad, la pureza y la fe"(1 Tim. 4,12) y hasta desciende a detalles prácticos: "Timoteo: no tomes sólo agua. Mézclale de vez en cuando un poco de vino, por tus continuos males de estómago" (1 Tim. 5,23).

El historiador Eusebio dice que San Pablo nombró a Timoteo como obispo de Efeso, y San Juan Crisóstomo afirma que fue nombrado presidente de los obispos de esa región. Se cuenta también que en tiempos del emperador Domiciano, hacia el año 97, Timotio fue martirizado, apaleado y apedreado por haber tratado de impedir una fiesta muy corrompida en aquella ciudad.

San Juan Crisóstomo y San Jerónimo narran que junto a los restos o reliquias de San Timoteo, los cristianos obtenían muy grandes favores de Dios (y ojalá los obtengamos también hoy nosotros al recordarlo con cariño).

Lo que más simpatía le atrae a San Timoteo es haber sido discípulo siempre fiel y muy preferido del gran San Pablo. (Que bueno que él nos prendiera un poquito de su aprecio por las palabras de tan gran apóstol).

San Tito, obispo (Siglo I).

Tito fue discípulo y secretario de San Pablo. Acompañó al apóstol en muchos de sus viajes. En las dos cartas a los Corintios San Pablo declara que él confía plenamente en su discípulo Tito, y a él lo envía a tratar de que los cristianos cumplan lo que les ha dicho en sus cartas. Y después dice que ha quedado muy satisfecho por las noticias que Tito le ha traído.

San Pablo lo nombró obispo de la isla de Creta y le escribió una bella carta, señalándole las cualidades que deben tener los sacerdotes.
Parece que murió muy anciano y venerado. Tito significa: defensor. Que él sea nuestro defensor contra los errores que atacan a nuestra religión.

miércoles, 21 de enero de 2009

SANTA INÉS MARTÍR

MARTIRIO DE SANTA INÉS.

Era de la noble familia romana Clodia. Nació cerca del año 290. Recibió muy buena educación cristiana y se consagró a Cristo con voto de virginidad.

Volviendo un día del colegio, la niña se encontró con el hijo del alcalde de Roma, el cual se enamoró de ella y le prometió grandes regalos a cambio de la promesa de matrimonio. Ella respondió: "He sido solicitada por otro Amante. Yo amo a Cristo. Seré la esposa de Aquel cuya Madre es Virgen; lo amaré y seguiré siendo casta".


El hijo recurre a su padre, el alcalde. Este la hace apresar. La amenazan con las llamas si no reniega de su religión pero no teme a las llamas. Entonces la condenan a morir degollada.
San Ambrosio en una de sus homilías habló de Santa Inés como un personaje muy conocido de las gentes de aquel tiempo. Recuerda que su nombre viene de Agnus, y significa "pura".

Y añade el santo: "Se refiere que ella tenía sólo trece años cuando fue martirizada. Y notemos el poder de la fe que consigue hacer mártires valientes en tan tierna edad. Casi no había sitio en tan pequeño cuerpo para tantas heridas.

Se mostró valentísima ante las más ensangrentadas manos de los verdugos y no se desanimó cuando oyó arrastrar con estrépito las pesadas cadenas. Ofreció su cuello a la espada del soldado furioso. Llevada contra su voluntad ante el altar de los ídolos, levantó sus manos puras hacia Jesucristo orando, y desde el fondo de la hoguera hizo el signo de la cruz, señal de la victoria de Jesucristo. Presentó sus manos y su cuello ante las argollas de hierro, pero era tan pequeña que aquellos hierros no lograban atarla. Todos lloraban menos ella. Las gentes admiraban la generosidad con la cual brindaba al Señor una vida que apenas estaba empezando a vivir. Estaban todos asombrados de que a tan corta edad pudiera ser ya tan valerosa mártir en honor de la Divinidad.

Cuántas amenazas empleó el tirano para persuadirla. Cuántos halagos para alejarla de su religión. Mas ella respondía: La esposa injuria a su esposo si acepta el amor de otros pretendientes. Únicamente será mi esposo el que primero me eligió, Jesucristo.
¿Por qué tardas tanto verdugo? Perezca este cuerpo que no quiero sea de ojos que no deseo complacer. Llegado el momento del martirio. Reza. Inclina la cabeza. Hubierais visto temblar el verdugo lleno de miedo, como si fuera él quien estuviera condenado a muerte. Su mano tiembla. Palidece ante el horror que va a ejecutar, en tanto que la jovencita mira sin temor la llegada de su propia muerte.

aquí dos triunfos a un mismo tiempo para una misma niña: la pureza y el martirio".
Sus padres recogen el cadáver. La sepultan en el sepulcro paterno. Pocos días después su hermana Emerenciana cae martirizada a pedradas por estar rezando junto al sepulcro.
"Con mínimas fuerzas superó grandes peligros", dice San Dámaso en su epitafio.



Todos los historiadores coinciden en proclamarla mártir de la virginidad. Es patrona de las jóvenes que desean conservar la pureza. Cada año, el 21 de enero, día de Santa Inés, se bendicen los corderos con cuya lana se tejen los "palios", o sea el distintivo de los arzobispos.

En este tiempo de materialismo sea ella un modelo de castidad para la juventud.

La liturgia la presenta como modelo de los éxitos que logra alcanzar una persona cuando tiene una gran fe. La fe en Dios y en la eternidad lleva al heroísmo.


lunes, 19 de enero de 2009

SAN CANUTO REY CRISTIANO


Canuto IV el Santo (en danés, Knud den Hellige) (1040 - 1086) reinó en Dinamarca desde 1080 hasta su asesinato en 1086. Era hijo ilegítimo de Suenón II. Sucedió a su hermano Harald III Hen. En la Iglesia Católica es llamado San Canuto.



Patrón de Dinamarca, rey cristiano en tiempos bárbaros y turbulentos en los que se mezclan desconcertadamente empresas guerreras y misionales, invasiones, conquistas y actos de justicia no poco expeditivos con muestras de encendida piedad. El mismo caudillo que extermina piratas e invade Inglaterra, vuelve a su patria llevándose como piadoso botín las reliquias de san Albano, que se guardarán en una iglesia de Odense.

Canuto quiso establecer una autoridad real fuerte basada en una iglesia fuerte. Además ansiaba el título de rey de Inglaterra porque era bisnieto de Canuto el Grande, que reinó en Inglaterra, Dinamarca y Noruega desde 1016 hasta 1035.



Cuando Canuto intentó que los campesinos de Jutlandia lo acompañaran en una incursión contra Inglaterra y su monarca Guillermo el Conquistador, esto produjo una rebelión y los pacíficos campesinos acabaron con él dentro de la iglesia de madera de San Albano en Odense, y también con su hermano Benedicto y otros diecisiete seguidores. Canuto IV fue atravesado por una lanza mientras clamaba al cielo en el altar de la iglesia.
En el exterior de la Catedral, son reconocibles los piñones escalonados típicos del gótico danés, una influencia alemana.

En 1101 fue canonizado convirtiéndose en santo, y en 1300 él y su hermano fueron enterrados en la nueva Catedral de San Canuto, en Odense.

Interior, de la Catedral.


En su reinado aumentó el poder real y otorgó privilegios al clero al que enriqueció profundamente y cuya fe se propuso extender. Canuto luchó contra sus enemigos bárbaros y convirtió Curlandia y Livonia al cristianismo. Canuto se casó con Adela, hija de Roberto I, conde de Flandes, y tuvo un hijo, Carlos el Bueno, que se hizo conde de Flandes. Su símbolo es una lanza o flecha, en memoria del arma que le mató.

domingo, 18 de enero de 2009

SANTA PRISCA


El Templo de Santa Prisca es un monumento colonial que se localiza en la ciudad de Taxco de Alarcón, en el norte del estado de Guerrero, México. Se trata de un edificio construido en la década de 1750 (más precisamente, entre los años 1751 y 1758), dedicado para el culto católico.


Aparición de Santa Prisca en Taxco.

La historia sucedió en el año 1751, el mismo año en que fue iniciada la construcción de la parroquia. Una tarde en que José de la Borda se encontraba ausente de Taxco, pues se había trasladado por negocios a la ciudad de Guanajuato, se soltó una tormenta. Entonces, unos truenos cayeron sobre lo que se llevaba adelantado de la obra.


Los artesanos y albañiles que trabajaban en el templo se hincaron para rezar. De pronto, Santa Prisca se dejó ver en las alturas, sujetando con sus manos los relámpagos para impedir que causaran daño a la gente que se encontraba en el lugar. Luego desapareció poco a poco. Un cuadro en el templo recuerda esta leyenda.


ALTAR DE SANTA PRISCA
En la literatura neo- testamentaria ya aparecen los nombres de Prisca y Priscila. Alguna vez agradece San Pablo la entereza de alguna de ellas que puso su vida en peligro por defender la del Apóstol. Con respecto al martirio de Prisca se entremezcla en el relato, como veremos, la verdad y la ficción, la historia y la fábula.

Cristiana de los primerísimos tiempos de la Iglesia, muy mal definida por datos históricos pero que sin duda alguna estaba allí, en Roma, y tuvo un comportamiento admirable que aún resuena en las palabras de san Pablo que podemos leer en el capítulo dieciséis de la epístola a los Romanos: «Saludad a Prisca y a Aquila, mis cooperadores en Cristo Jesús, los cuales para salvar mi vida expusieron su cabeza».

Ha nacido en Roma y tiene 13 años. Aún no ha dejado de ser una niña. Es de una familia ilustre. El juez la ha recibido como cristiana descubierta y al verla tan niña piensa que es fácil convencerla para que se convierta y apostate. Ante el templo de Apolo le hace la sugerencia de ofrecer el sacrificio poniendo unos granos de incienso en el fuego y todo el proceso habrá concluido. ´Yo sólo soy de Jesucristoª sale de sus labios con el suave timbre de voz de doncella y con la firmeza de un curtido soldado.

En la cárcel la ponen para que medite y haga el cambio. Corren los tiempos de Claudio.

El juez está ahora en un apuro; es tan impopular ejecutar a una joven y tan difícil asimilar perder la partida con quien tiene tan pocos años... Siempre habrá intercesores, mediadores ante el juez y Prisca que está anclada en su decisión y va in crescendo su voluntad de ser fiel.
y repitiendo "yo solo soy de Jesucristo"
El león se volvió manso en el anfiteatro y le lamió las manos y los pies.
Furioso Claudio, mando le cortaran la cabeza.

Prisca, termina su corta vida con la cabeza cortada fuera de la ciudad.
Fue enterrada en Vía Ostia el 18 de Enero.
Sus reliquias se conservan en Roma en la iglesia a la que da nombre.

sábado, 17 de enero de 2009

SAN ANTONIO ABAD


«Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres, y luego vente conmigo». Acababa Antonio - joven cristiano del Alto Egipto - de recibir la herencia de su familia cuando, al entrar en una iglesia, escuchó esas palabras del Evangelio. Al salir, puso al punto en práctica la palabra del Señor. Partió seguidamente al desierto, en donde había de vivir durante casi un siglo sin lamentar jamás aquel gesto de locura de sus veinte años.


Dormía en un sepulcro abandonado. Siempre fue muy famoso (a su pesar) y apadrinó a muchos ascetas, ayudándoles en el acomodo “espiritual” del desierto. Y poco a poco, él mismo fue avanzando y cada vez más, entre las dunas y en la santidad.


No faltó el demonio a su cita con San Antón en su lugar favorito para tentar. Bien es sabido que en la soledad de arena, uno puede ver su alma y abrazarla, así como encontrarse con el diablo y perderse para siempre. Es una opción personal en la que Dios no toma partido, y tan solo los corazones fuertes pueden salir victoriosos, y es entonces que Dios, bendice con el don de la fe.



San Antonio volvió de su misterio, en loor de santidad y de… multitud. Pues muchos eran quienes se acercaban a él buscando un líder monacal. El buen santo ayudó a todos, pero a él le atraía la soledad con su alma y ésta en conversación con su dios.



Nunca dejó por eso de socorrer a los amigos, como a San Pablo, también retirado en el desierto. En las visitas a su colega, un cuervo era el encargado de llevarles el frugal almuerzo: pan.
Y es así que su irresistible atracción no sólo le acercaba continuamente a sus congéneres, sino que amplió universalmente el significado de la palabra “igual”, y los animalillos con problemas acudían a San Antonio, erigiéndole en su santo patrón de los milagros: “San Antonio”.



Famoso es el caso de una familia de jabalíes –de otra forma condenados a la muerte- que sufrían el desamparo de una mamá ciega que no podía cuidar de su prolijo linaje. San Antonio, ni corto ni perezoso, devolvió la vista a la dedicada jabalí. Y desde aquel día, toda la especie porcina defendió y acompañó a San Antón en sus desplazamientos.



Y es que el milagroso era así: esparcía su bondad en toda dirección. Curó a leprosos y a todos los que en aquella época fatal y marginal de los afectos y afectados de piel, salían a su encuentro. Sin dejar en la cuneta jamás, ni al más pequeño de los seres. Y convirtió muchas almas.



Hoy en día, se festeja por todo lo alto la onomástica de nuestro querido amigo “San Antonio” en todo el mundo. En España, se celebra con las tradicionales hogueras en las que se “quema al demonio”

en recuerdo a la victoria del santo en el desierto, pero además, todos los animales son llevados a las ermitas de San Antón para ser bendecidos.


RELICARIO DE SAN ANTONIO ABAD


Con la bendición de San Antonio muchas familias alimentarían en común un lechón porcino para los pobres; que, distribuido el día de San Antón, terminará acompañando la imagen misma del Santo Abad.


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