TODOS LOS SANTOS

domingo, 30 de agosto de 2009

SANTA ROSA DE LIMA



Santa Rosa de Lima Patrona de América, Perú y las Filipinas
30 de Agosto
La primera mujer declarada santa de todo el continente americano
El Papa Inocencio IX dijo de esta santa un elogio admirable: "Probablemente no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus mortificaciones". Lo cual es mucho decir.

SU NACIMIENTO
Nació en la capital de Perú, el 30 de Abril de 1586 y murió en Lima el 24 de junio de 1617.
“Es la primera santa que antes de ser canonizada - sólo 54 años después de su muerte, en 167l- fue proclamada patrona del Perú (1669), del Nuevo Mundo y de Filipinas (1670)”.
Ella es pues, la primera rosa que el continente americano ofrecía al Altísimo, el primer fruto de nuestra Iglesia que, nacida en Oriente, y extendida hacia Europa, había llegado a un territorio que le había permanecido oculto, pero que ya encerraba una riquísima historia y cultura.

ÉPOCA DE ORO DE LA SANTIDAD
En Lima se vivía la denominada “época dorada de la santidad”.Una constelación de santos en el “Nuevo Mundo” tuvieron como escenario de vida esta ciudad: Rosa conoció a san Martín de Porres, y a san Juan Masías, dominicos, fue confirmada en 1597 en Quives, por el segundo arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo y oyó las predicaciones de san Francisco Solano y san Juan Masías. En Lima se vivía en un ambiente propicio a la vivencia espiritual siendo que el continente americano hacía poco que había sido evangelizado.


SINGULAR HERMOSURA PARA EL ESPOSO CRISTO.

“Tota pulcra es”!!!
¡Qué hermosa eres, Esposa mía, amada mía, tus labios son corales, tus pechos, rebaños de cabras que suben por el monte de Galaad! El nombre de Rosa nos habla de su singular belleza. Nuestra santa era hermosa espiritualmente y físicamente también. Era de rostro ovalado, cabello rubio, tez blanca y sonrosada como una rosa, estatura más bien alta. Su carácter fue apacible, desde niña fue mansísima, y mantenía como prioritario todo lo que concernía a la fe católica. “A los tres meses- dice su madre en el testimonio de beatificación - estando meciéndola en la cuna una india criada, con la carita cubierta, la india la descubrió por ver si se había dormido y la vio tan hermosa, que llamó a unas niñas que estaban labrando para que la viesen.

Y haciendo todas admiración; esta testigo desde el aposento donde estaba la vio hacer extremos y sin decirles nada se fue derecha donde estaba la niña; y viéndola tan linda y hermosa y que le parecía que todo su rostro estaba hecha una rosa muy linda y en medio de ella veía las facciones de sus ojos, boca, nariz y orejas como si hubiese puesto su cabecita en una rosa grande de un color muy encendido...,
y luego desapareció aquella rosa, quedando el rostro muy hermoso y más lindo de lo que otras veces le había visto ...quedó admirada de ver aquel prodigioso suceso; la tomó en las manos y empezó a hacer con ella mil alegrías y mostrar sumo gozo y contento diciendo con estas demostraciones: "Yo te prometo, hija y alma mía, que mientras viva, de mi boca no has de oír otro nombre sino Rosa"... Por su belleza fue pretendida por varios mozos de la aristocracia española y limeña, pero ella rechazaba la idea del matrimonio pues sabía que Dios la llamaba toda para sí.
SU FAMILIA
Fue hija de Gaspar Flores, natural de San Juan de Puerto Rico, arcabucero e hidalgo de segundo rango, y de la limeña María de Oliva.
El matrimonio tuvo 13 hijos, de los cuales conocemos los nombres de Hernando (1584), quien declaró abundantemente en el proceso de canonización de su hermana, Bernardina (1581), otra que muere a los 14 años, Francisco (1590), Juana (1592), Andrés, Gaspar, Antonio y Matías. A los pocos años de la muerte de su bienaventurada hija, María de Oliva ingresaría en el monasterio que Rosas había predicho. Tuvo el cargo de portera y murió santamente.



HIJA DE DIOS
Nuestra santa fue bautizada con el nombre de Isabel Herrera, como su abuela (así consta en el registro de bautizos de la parroquia de San Sebastián, realizado por don Antonio Polanco: "En Domingo día de Pascua del Espíritu Santo, 25 de Mayo de 1586, bauticé a Isabel, hija de Gaspar Flores y María de Oliva, fueron padrinos Hernández de Valdez y María Orosco". Pero un hecho singular provoca que su madre la empiece a llamar Rosa. Pero, según atestigua uno de sus confesores y prior de Santo Domingo en Lima, Fray Alonso Velásquez, Rosa “se entristecía de ver que la llamaban Rosa, por ser nombre célebre y de mucha hermosura y belleza”, ya que “en esa época no era usual ese nombre”. Cuando tenía 25 años y ya vestía el hábito de terciaria dominica, aún seguía prefiriendo el nombre de bautizo. Pero un día, cuenta su madre, llegó a casa Rosa radiante y le dijo: “Madre mía, de aquí en adelante hay que llamarme Rosa de Santa María”. Esto le extrañó a su madre y quiso saber el motivo del cambio.

HOY EN LA CULTURA DE LA IMAGEN DEL CUERPO Y DE LAS CLÍNICAS DE ESTÉTICA MODELO A IMITAR
Fray Alonso Velásquez le había dicho “que no se desconsolase por eso, sino que entendiese que su alma era una Rosa de Nuestra Señora, que la había depositado y puesto en su cuerpo como en una maceta, para que la guardase, y conservase con la frescura y hermosura de la gracia”. Y entonces, puesta de rodillas delante de la imagen de Nuestra Señora del Rosario en la Basílica de Santo Domingo le ofreció el nombre de Rosa y se consagró a ella, determinándose a llamar así en adelante, siendo este el nombre que usó y con el que Dios había dispuesto desde la eternidad que sea elevada a los altares y reconocida en el mundo entero.
Con lo que concluimos que fue la intervención divina la que guió las circunstancias históricas para dar a conocer cuál era su voluntad respecto al nombre de su hija predilecta.“Pasados algunos años, Gonzalo de la Maza halló en el convento de San Francisco la vida de Santa Rosa de Viterbo, y se la dio a leer a la sierva de Dios; la cual “mostró alegría en confirmación de que había santa de su nombre”.
UNA SANTA LAICA, MODELO PARA LOS LAICOS DE HOY
Santa Rosa fue laica. Vivió en casa de sus padres como terciaria dominica usando el hábito dominico. Dedicaba la mitad de las horas del día al trabajo manual, tejiendo, bordando y cultivando flores en su jardín para aliviar en algo los gastos de su familia. Además auxiliaba a los pobres y más necesitados de Lima, acondicionando para ello una habitación de su hogar como enfermería. Vivió pues su anhelo de ser toda de Dios en la vida ordinaria. Ya en vida tuvo fama de santidad debido a esta incansable labor para con los menesterosos y olvidados de Lima y a la limpieza de su alma que irradiaba en todo el que le conocía. Esto explica que a su muerte fuese aclamada y llorada por toda la ciudad como ”nuestra santa, la Madre de los pobres de Lima”
VIDA MÍSTICA HABITUAL. EL INTERROGATORIO
Comienza la oración de quietud, de unión y los éxtasis con el desposorio espiritual. Como sucede siempre, aquellos fenómenos extraordinarios empezaban a alarmar a los hombres de la ley y a los celadores de la disciplina. Era la primera vez, que la unión mística, con las visiones y otros fenómenos se realizaban en las vírgenes tierras americanas, y pensaban algunos, que todo esto era pura hipocresía y tentación diabólica. Un día Rosa vio que invadía su huerto la turba venerable de los doctores y los alguaciles, armados de libros, de plumas y tinte­ros. Ella los recibió temblorosa y les ofreció sillas. Después empezó el interrogatorio: -¿Has hecho siempre ese ejercicio con el mismo recogi­miento?
-Antes de los doce años me sentía a veces inquieta y fatigada; después, nunca me ha sucedido semejante cosa. Desde que me pongo en oración, siento mi alma tan sumergida en sí mis­ma y mis facultades tan enajenadas, que nada interior ni exte­rior puede turbar mi atención amorosa a la belleza de Dios, presente en mí.
-Mientras dura esta suspensión de las potencias, ¿haces algún esfuerzo?
-No hago esfuerzo ninguno, ni siento la menor resistencia; mis facultades van a su centro como arrastradas por un imán, y tal suavidad las inunda, que todo sentimiento de malestar es imposible para ellas. Mi corazón hierve bajo la acción de un fuego cuyas operaciones son tan dulces, que nunca podría explicarlo. Tras esto, queda en el fondo del alma una presencia de la divinidad, amable, serena, graciosa; y la felicidad que siento entonces hace que no pueda encontrar consuelo en otra cosa cualquiera.
-¿Has leído libros de teología mística?
-Ni los he tenido, ni los he leído nunca, ni sé que mi ora­ción tenga un nombre entre los sabios.
-¿Has sufrido muchos y largos combates contra las malas inclinaciones de la naturaleza?
-Apenas recuerdo haber tenido luchas de esa clase. Por la gracia divina, desde que conocí a Dios, tuve el temor de des­agradarle; y si un movimiento contrario a la razón se levanta dentro de mí, me basta recordar la presencia de Dios para refrenarlo.
LA NOCHE OSCURA DEL ESPÍRITU, PASO NECESARIO
-¿No has pasado por alguna tribulación para llegar a ese grado de intimidad con Dios?
Al llegar aquí la joven contó una cosa extraña. Alternando con las dulzuras inefables de la unión, se sentía envuelta en una noche espantosa, que le hacía sufrir los horrores de la agonía. De la cumbre de la luz contemplativa, caía súbitamente en el abismo rayano con la desesperación. Se veía sola, en un desierto sin fronteras, alejada de Dios y como encerrada en los sótanos del infierno.
-Durante quince años-añadió -no ha pasado un solo día sin que haya sufrido esta crisis por lo menos una hora, que para mí es un siglo.
-Entiendo-repuso el sabio examinador-; se trata de ese purgatorio espiritual que es necesario al alma para adquirir el perfecto conocimiento de sí misma. ¿Y qué es lo que os ha sucedido-añadió-al salir de esa noche infernal?

DE LA NOCHE AL MATRIMONIO MÍSTICO
-Cuando desde el fondo de los infiernos me siento trans­portada a esa luz de los abrazos del Esposo divino, mi alegría es tan completa como si ya no pudiese experimentar eclipse ninguno. Siento los ímpetus de un amor libre, que se precipita como un río después de haber derribado los obstáculos que se oponían a su curso. Sopla de nueve el viento suave de la gracia. y el ambiente se embalsama de perfumes inefables; mi alma se sumerge en el mar profundo de la divina bondad, y se trans­forma, por una metamorfosis inexplicable, en su Amado, hasta el punto de hacerse una misma cosa conmigo.
Calló Rosa avergonzada y casi asustada de lo que acababa de decir; pero una orden del presidente del tribunal la obligó a revelar todo su secreto.
-En esos momentos dichosos-dijo-me parece que mi unión con Dios ya no podrá romperse, que ya no podré perder el amor, que estoy confirmada en gracia. Es como si ya no pu­diese pecar. Se me figura-añadió con voz débil, reveladora de su turbación-que estoy diciendo herejías, pero eso es lo que siento.

Con frecuencia veo la humanidad de Jesucristo en las diferentes edades de su vida, y siempre con un rostro afable, gracioso y sonriente. También la Reina de los Cielos se digna favorecerme con su dulce y amable presencia. Y ¿esas visiones-preguntaron los doctores-¿son intelec­tuales, o imaginarias?
-No sé lo que quieren decir esas palabras-respondió la virgen-; lo único que puedo deciros es que veo pasar cerca de mi a mi Salvador, de una manera clara, aunque fugitiva, que recuerda el estallido de una estrella fugaz.

HA EXPERIMENTADO EL VALOR DE LA CRUZ
Estas son sus palabras: El divino Salvador, con inmensa majestad, dijo: todos sepan que la tribulación va seguida de la gracia, que todos se convenzan que sin el peso de la aflic­ción no se puede llegar a la cima de la gracia; que todos comprendan que la medida de los carismas aumenta en proporción con el incremento de las fatigas. Guárdense los hombres de pecar y de equivocarse: ésta es la única escala del paraíso, y sin la cruz no se encuentra el camino de subir al cielo.
Apenas escuché estas palabras, experimenté un fuerte impulso de ir en medio de las plazas, a gritar muy fuerte a toda persona de cualquier edad, sexo o condición: «Escuchad, pueblos, escuchad todos. Por mandato del Señor, con las mismas palabras de su boca, os exhorto: No podemos alcanzar la gracia, si no soportamos la aflicción, es necesario unir trabajos y fatigas para alcanzar la íntima participación en la naturaleza divina, la gloria de los hijos de Dios y la perfecta felicidad del espíritu.
El mismo ímpetu me transportaba a predicar la hermosura de la gracia divina; me sentía oprimir por la ansiedad y tenía que llorar y sollozar. Pensaba que mi alma ya no podría contenerse en la cárcel del cuerpo, y más bien, rotas sus ataduras, libre y sola y con mayor agilidad, recorrer el mundo, diciendo: -¡Ojala todos los mortales conocieran el gran don de la divina gracia, su belleza, su nobleza, su infinito precio, lo inmenso de los tesoros que alberga, cuántas riquezas, gozos y deleites! Sin duda alguna, se entregarían con suma diligencia, a la búsqueda de las penas y aflicciones. Por doquiera en el mundo, antepondrían a fortuna las molestias, las enfermedades y los padecimientos, incomparable tesoro de la gracia. Tal es la retribución y el fruto final de la paciencia. Nadie se quejaría de sus cruces y sufrimientos, si conociera cuál es la balanza con que los hombres han de ser medidos".
Habló, finalmente, de los efectos que en la mesa del eterno banquete hay un puesto para mí, y esta misma noche debo ir a ocuparlo.

MUERTE DE AMOR
"Y fijando los ojos en su ma­dre, como si quisiera recordarle aquellas fiestas de sociedad a que asistieron juntas en otro tiempo, añadió: "Debemos ser puntuales. Si no llego a la hora fijada, me cerrarían las puertas como a las vírgenes locas." Algunos momentos después, hizo en su pecho la señal de la cruz, pronunció tres veces con voz temblorosa el nombre del Amado y se fue a cultivar los rosales que no se marchitan. Muerta, aparecía hermosa, radiante, son­riente, como en vida. La ciudad entera desfiló por su casa para ver el prodigio, tocando rosarios a sus carnes virginales, be­sando sus pies y sus manos y su rostro, cortando su túnica y su velo, y llevándose, como recuerdo suyo, las flores de su jar­dín. "Esta virgen no está muerta, sino dormida", decía la mul­titud; y fue preciso enterrarla de noche para contener los ím­petus de la devoción popular. Dice San Juan de la Cruz, que estas almas que mueren de amor, entran en el mar de Dios y son como el cisne que nunca canta, pero cuando muere es tan melodioso su cantar que transporta a las riberas de la Patria de donde ya se oyen los cantares.
CUANDO EL PUEBLO SE ENTERA.
Al saberse la noticia de su muerte, toda Lima se conmocionó y quería ver a la que ya aclamaban como "su santa". Transcurrieron días sin poder sepultar el sagrado cuerpo por las interminables visitas de toda la población, y su cuerpo, sin manifestar señales de corrupción permanecía lozano y sereno como en el mismo instante de su partida al cielo.
Desde el Virrey, la Real Audiencia, el arzobispo, el clero, el cabildo, todas las familias religiosas y autoridades hasta el último de los limeños se hicieron presentes en las pompas fúnebres.
Entonces según consta en los archivos de su proceso de canonización, se sucedieron incontables curaciones milagrosas al sólo contacto con su bendito cuerpo o con sólo invocar su nombre. Milagros de todo tipo se sucedieron. Era la canonización anticipada. Testifica fray Antonio Rodríguez: “Si el sumo Pontífice se hallara en la muerte de la dicha sierva de Dios... y viera el innumerable concurso de gente que iba a ver el cuerpo y venerarle por santa, sin más averiguación la canonizara, y que en esta opinión de santa está hoy y ha estado siempre”.
Por fin el día 4 de septiembre se pudo hacer el funeral. Al coincidir este día con el de santa Rosa de Viterbo, la gente se admiró y tomó este gesto como señal divina y anticipada de su elevación a los altares.

SU CANONIZACIÓN
“Concluidos en 1632 los procesos ordinarios y apostólicos para la beatificación y canonización de la sierva de Dios... con dispensa concedida por Alejandro VII el 24 de septiembre de 1664, se apresuraron los despachos. Clemente IX suscribió el decreto de beatificación en Santa Sabina de Roma el 12 de marzo de 1668; y dos años después, el 11 de agosto de 1670, Clemente X la declaró patrona de América, Indias y Filipinas, y le otorgaba los honores de la canonización el 12 de Abril de 1671” .
Muy pronto la fama de su santidad sería mundial y su testimonio de vida impulsaría a san Antonio María Claret, a la beata ecuatoriana Narcisa y a la santa Marianita de Quito. Su figura tuvo una gran influencia para la identidad católica americana. (Ha sido necesario tomar algunas notas del Arzobispado de Lima para asegurar la garantía de su autenticidad).
JESUS MARTI BALLESTER

miércoles, 26 de agosto de 2009

SANTA MÓNICA

Madre, Viuda
Mónica significa: "dedicada a la oración y a la vida espiritual".
Patrona de las mujeres casadas y modelo de las madres cristianas.
Nació en Tagaste (África) el año 331, de familia cristiana. Muy joven, fue dada en matrimonio a un hombre llamado Patricio, del que tuvo varios hijos, entre ellos San Agustín, cuya conversión le costó muchas lágrimas y oraciones. Fue un modelo de madres; alimentó su fe con la oración y la embelleció con sus virtudes. Murió en Ostia el año 387.
Alcancemos la sabiduría eterna: San Agustín relata la muerte de Sta. Mónica, su madre.


LA IGLESIA venera a Santa Mónica, esposa y viuda. Su único hijo fue San Agustín, doctor de la Iglesia. Su ejemplo y oraciones por su hijo fueron decisivas. El mismo San Agustín escribe en sus Confesiones: "Ella me engendró sea con su carne para que viniera a la luz del tiempo, sea con su corazón, para que naciera a la luz de la eternidad" Por su parte, San Agustín es la principal fuente sobre la vida de Santa Mónica, en especial sus Confesiones, lib. IX.

Mónica nació en África del Norte, probablemente en Tagaste, a cien kilómetros de Cartago, en el año 332.

Sus padres, que eran cristianos, confiaron la educación de la niña a una institutriz muy estricta. No les permitía beber agua entre comidas para así enseñarles a dominar sus deseos. Mas tarde Mónica hizo caso omiso de aquel entrenamiento y cuando debía traer vino de la bodega tomaba a escondidas. Cierto día un esclavo que la había visto beber y con quien Mónica tuvo un altercado, la llamó "borracha". La joven sintió tal vergüenza, que no volvió a ceder jamás a la tentación. A lo que parece, desde el día de su bautismo, que tuvo lugar poco después de aquel incidente, llevó una vida ejemplar en todos sentidos.




Cuando llegó a la edad de contraer matrimonio, sus padres la casaron con un ciudadano de Tagaste, llamado Patricio. Era éste un pagano que no carecía de cualidades, pero era de temperamento muy violento y vida disoluta. Mónica le perdonó muchas cosas y lo soportó con la paciencia de un carácter fuerte y bien disciplinado. Por su parte, Patricio, aunque criticaba la piedad de su esposa y su liberalidad para con los pobres, la respetó y, ni en sus peores explosiones de cólera, levantó la mano contra ella.

Mónica explicó su sabiduría sobre la convivencia en el hogar: "Es que cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando el grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos, y yo no acepto la pelea, pues… no peleamos". Esta fórmula se ha hecho célebre en el mundo y ha servido a millones de mujeres para mantener la paz en casa.

Mónica recomendaba a otras mujeres casadas, que se quejaban de la conducta de sus maridos, que cuidasen de dominar la lengua por ser esta causante en gran parte de los problemas en la casa. Mónica, por su parte, con su ejemplo y oraciones, logró convertir al cristianismo, no sólo a su esposo, sino también a su suegra, mujer de carácter difícil, cuya presencia constante en el hogar de su hijo había dificultado aún más la vida de Mónica. Patricio murió santamente en 371, al año siguiente de su bautismo.

Tres de sus hijos habían sobrevivido, Agustín, Navigio, y una hija cuyo nombre ignoramos. Agustín era extraordinariamente inteligente, por lo que habían decidido darle la mejor educación posible. Pero el carácter caprichoso, egoísta e indolente del joven haba hecho sufrir mucho a su madre. Agustín había sido catecúmeno en la adolescencia y, durante una enfermedad que le había puesto a las puertas de la muerte, estuvo a punto de recibir el bautismo; pero al recuperar rápidamente la salud, propuso el cumplimiento de sus buenos propósitos. Cuando murió su padre, Agustín tenía diecisiete años y estudiaba retórica en Cartago. Dos años más tarde, Mónica tuvo la enorme pena de saber que su hijo llevaba una vida disoluta y había abrazado la herejía maniquea. Cuando Agustín volvió a Tagaste, Mónica le cerró las puertas de su casa, durante algún tiempo, para no oír las blasfemias del joven. Pero una consoladora visión que tuvo, la hizo tratar menos severamente a su hijo. Soñó, en efecto, que se hallaba en el bosque, llorando la caída de Agustín, cuando se le acercó un personaje resplandeciente y le preguntó la causa de su pena. Después de escucharla, le dijo que secase sus lágrimas y añadió: "Tu hijo está contigo". Mónica volvió los ojos hacia el sitio que le señalaba y vio a Agustín a su lado. Cuando Mónica contó a Agustín el sueño, el joven respondió con desenvoltura que Mónica no tenía más que renunciar al cristianismo para estar con él; pero la santa respondió al punto: "No se me dijo que yo estaba contigo, sino que tú estabas conmigo".

Esta hábil respuesta impresionó mucho a Agustín, quien más tarde la consideraba como una inspiración del cielo. La escena que acabamos de narrar, tuvo lugar hacia fines del año 337, es decir, casi nueve años antes de la conversión de Agustín. En todo ese tiempo, Mónica no dejó de orar y llorar por su hijo, de ayunar y velar, de rogar a los miembros del clero que discutiesen con él, por más que éstos le aseguraban que era inútil hacerlo, dadas las disposiciones de Agustín. Un obispo, que había sido maniqueo, respondió sabiamente a las súplicas de Mónica: "Vuestro hijo está actualmente obstinado en el error, pero ya vendrá la hora de Dios". Como Mónica siguiese insistiendo, el obispo pronunció las famosas palabras: "Estad tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas". La respuesta del obispo y el recuerdo de la visión eran el único consuelo de Mónica, pues Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.

Cuando tenía veintinueve años, el joven decidió ir a Roma a enseñar la retórica. Aunque Mónica se opuso al plan, pues temía que no hiciese sino retardar la conversión de su hijo, estaba dispuesta a acompañarle si era necesario. Fue con él al puerto en que iba a embarcarse; pero Agustín, que estaba determinado a partir solo, recurrió a una vil estratagema. Fingiendo que iba simplemente a despedir a un amigo, dejó a su madre orando en la iglesia de San Cipriano y se embarcó sin ella. Más tarde, escribió en las "Confesiones": "Me atreví a engañarla, precisamente cuando ella lloraba y oraba por mí". Muy afligida por la conducta de su hijo, Mónica no dejó por ello de embarcarse para Roma; pero al llegar a esa ciudad, se enteró de que Agustín había partido ya para Milán. En Milán conoció Agustín al gran obispo San Ambrosio. Cuando Mónica llegó a Milán, tuvo el indecible consuelo de oír de boca de su hijo que había renunciado al maniqueísmo, aunque todavía no abrazaba el cristianismo. La santa, llena de confianza, pensó que lo haría, sin duda, antes de que ella muriese.

En San Ambrosio, por quien sentía la gratitud que se puede imaginar, Mónica encontró a un verdadero padre. Siguió fielmente sus consejos, abandonó algunas prácticas a las que estaba acostumbrada, como la de llevar vino, legumbres y pan a las tumbas de los mártires; había empezado a hacerlo así, en Milán, como lo hacía antes en África; pero en cuanto supo que San Ambrosio lo haba prohibido porque daba lugar a algunos excesos y recordaba las "parentalia" paganas, renunció a las costumbres. San Agustín hace notar que tal vez no hubiese cedido tan fácilmente de no haberse tratado de San Ambrosio. En Tagaste Mónica observaba el ayuno del sábado, como se acostumbraba en África y en Roma. Viendo que la práctica de Milán era diferente, pidió a Agustín que preguntase a San Ambrosio lo que debía hacer. La respuesta del santo ha sido incorporada al derecho canónico: "Cuando estoy aquí no ayuno los sábados; en cambio, ayuno los sábados cuando estoy en Roma. Haz lo mismo y atente siempre a la costumbre de la iglesia del sitio en que te halles". Por su parte, San Ambrosio tenía a Mónica en gran estima y no se cansaba de alabarla ante su hijo. Lo mismo en Milán que en Tagaste, Mónica se contaba entre las más devotas cristianas; cuando la reina madre, Justina, empezó a perseguir a San Ambrosio, Mónica fue una de las que hicieron largas vigilias por la paz del obispo y se mostró pronta a morir por él.



Finalmente, en agosto del año 386, llegó el ansiado momento en que Agustín anunció su completa conversión al catolicismo. Desde algún tiempo antes, Mónica había tratado de arreglarle un matrimonio conveniente, pero Agustín declaró que pensaba permanecer célibe toda su vida. Durante las vacaciones de la época de la cosecha, se retiró con su madre y algunos amigos a la casa de verano de uno de ellos, que se llamaba Verecundo, en Casiciaco. El santo ha dejado escrita en sus "confesiones" algunas de las conversaciones espirituales y filosóficas en que pasó el tiempo de su preparación para el bautismo. Mónica tomaba parte en esas conversaciones, en las que demostraba extraordinaria penetración y buen juicio y un conocimiento poco común de la Sagrada Escritura. En la Pascua del año 387, San Ambrosio bautizó a San Agustín y a varios de sus amigos. El grupo decidió partir al África y con ese propósito, los catecúmenos se trasladaron a Ostia, a esperar un barco. Pero ahí se quedaron, porque la vida de Mónica tocaba a su fin, aunque sólo ella lo sabía. Poco antes de su última enfermedad, había dicho a Agustín: "Hijo, ya nada de este mundo me deleita. Ya no sé cual es mi misión en la tierra ni por qué me deja Dios vivir, pues todas mis esperanzas han sido colmadas. Mi único deseo era vivir hasta verte católico e hijo de Dios. Dios me ha concedido más de lo que yo le había pedido, ahora que has renunciado a la felicidad terrena y te has consagrado a su servicio".

En Ostia se registran los últimos coloquios entre madre e hijo, de los que podemos deducir la gran nobleza de alma de esta incomparable mujer, de no común inteligencia ya que podía intercambiar pensamientos tan elevados con Agustín: "Sucedió, escribe en el capítulo noveno de las Confesiones, que ella y yo nos encontramos solos, apoyados en la ventana, que daba hacia el jardín interno de la casa en donde nos hospedábamos, en Ostia. Hablábamos entre nosotros, con infinita dulzura, olvidando el pasado y lanzándonos hacia el futuro, y buscábamos juntos, en presencia de la verdad, cual sería la eterna vida de los santos, vida que ni ojo vio ni oído oyó, y que nunca penetró en el corazón del hombre".

Lo último que pidió a sus dos hijos fue que no se olvidaran de rezar por el descanso de su alma.

Mónica había querido que la enterrasen junto a su esposo. Por eso, un día en que hablaba con entusiasmo de la felicidad de acercarse a la muerte, alguien le preguntó si no le daba pena pensar que sería sepultada tan lejos de su patria. La santa replicó: "No hay sitio que esté lejos de Dios, de suerte que no tengo por qué temer que Dios no encuentre mi cuerpo para resucitarlo". Cinco días más tarde, cayó gravemente enferma. Al cabo de nueve días de sufrimientos, fue a recibir el premio celestial, a los cincuenta y cinco años de edad. Era el año 387. Agustín le cerró los ojos y contuvo sus lágrimas y las de su hijo Adeodato, pues consideraba como una ofensa llorar por quien había muerto tan santamente. Pero, en cuanto se halló solo y se puso a reflexionar sobre el cariño de su madre, lloró amargamente. El santo escribió: "Si alguien me critica por haber llorado menos de una hora a la madre que lloró muchos años para obtener que yo me consagre a Ti, Señor, no permitas que se burle de mí; y, si es un hombre caritativo, haz que me ayude a llorar mis pecados en Tu presencia". En las "Confesiones", Agustín pide a los lectores que rueguen por Mónica y Patricio. Pero en realidad, son los fieles los que se han encomendado, desde hace muchos siglos, a las oraciones de Mónica, patrona de las mujeres casadas y modelo de las madres cristianas.

martes, 25 de agosto de 2009

SAN LUIS REY DE FRANCIA


Un mes después de morir Francisco de Asís (1226), un niño de doce años se convertiría en rey de Francia: Luis, el noveno de tal nombre. Con este rey, terciario franciscano, el espíritu evangélico iba a animar la vida de un jefe de Estado cristiano. Tuvo por misión el presentar a sus contemporáneos la imagen del seglar que «busca ante todo el reino de Dios en medio de las ocupaciones temporales». Fue ejemplar en su vida de oración, de mortificación y amor fraterno hacia los más desheredados, así como esposo ejemplar en una unión llena de afecto, e la que a su esposa le costaba a veces caminar al mismo paso que él. Padre ejemplar de una familia de once hijos.


jefe modélico en el cumplimiento de su «oficio de rey», como dirá más tarde Luis XIV: justo para con todos, soberano cuidadoso de respetar los derechos de sus vasallos y de hacer que éstos respetasen los de la Corona, caballero que sabía manejar la espada al servicio del derecho. Por tal motivo, él, un príncipe que solía repetir:«Benditos, benditos los que siembran la paz», había de hacer la guerra para arrebatar la Santa Jerusalén de las manos de los infieles y morir en la tienda de campaña como un soldado (1270). Al leer el programa de gobierno cristiano que trazara Santo Tomás de Aquino, no se puede olvidar que, al tiempo que Tomás enseñaba en París, el rey de Francia se llamaba Luis IX. El teólogo tenía ante sus ojos su modelo.
Si tuviéramos que elegir una palabra para describir al rey Luis IX de Francia, podría ser la de «justo». Durante su reinado prohibió la usura, comenzó un sistema de juicio con testigos en vez de batallas para determinar el veredicto, e instituyó los archivos escritos de la corte. Una vez en que tres niños fueron colgados por un conde por cazar conejos en sus tierras, el rey Luis ordenó que fuera juzgado por jueces ordinarios, no por otros nobles. Los jueces condenaron a muerte al conde. El rey Luis, que era tan compasivo como justo, conmutó la sentencia por la de una enorme multa, que hizo perder al conde la mayor parte de sus posesiones. El rey entregó entonces todas esas riquezas a la caridad.



Aunque «justicia» y «juzgar» deriven ambas de la palabra latina que significa ley, tienen significados bastante diferentes. Justicia deriva del latín justicia, que significa recto, mientras que juzgar proviene de las palabras latinas jus (ley) y dicere (decir). Cuando juzgas, estás literalmente «diciendo la ley». No hay lugar para la misericordia o las circunstancias mitigantes. Cuando ejerces la justicia, tomas decisiones correctas, basadas no en la letra de la ley sino en su espíritu.
El rey Luis fue conocido por su justicia, no por su juicio. Incluso cuando el juicio pudiera demandar la represalia más dura, como la muerte del conde, la justicia puede permitir la misericordia. Como el rey Luis, necesitamos saber cuándo se requiere el juicio... y cuándo debería prevalecer la justicia.

SAN JOSÉ DE CALASANZ


Fundador de los Escolapios. Año 1648.
Un cardenal que después fue Sumo Pontífice, llamó a San José Calasanz "un segundo Job" porque tuvo que sufrir persecuciones como el santo Job de lo Biblia.

Nuestro santo fue sepultado un 26 de agosto del año 1648.

Nació en Aragón, España, en 1557, hijo del gobernador de la región.

Su padre deseaba que fuera militar, pero los religiosos que lo instruyeron en su niñez lo entusiasmaron por la vida sacerdotal, y pidió que le dejaran hacer estudios eclesiásticos. Desde muy pequeño su gran deseo era poder alejar el mal y el pecado de las almas de los demás.

En el colegio se burlaban de él los compañeros, porque les perecía demasiado piadoso, pero poco a poco con su amabilidad los fue ganando a su favor.

Siendo universitario tuvo que huir de la ciudad donde estudiaba porque una mujer joven pretendía hacerlo pecar. Imitaba así a José el de la Biblia, que prefirió perder cualquier amistad aunque fuera de persona de alta clase social, con tal de no ofender a Dios.

Su padre deseaba que José fuera el heredero administrador de sus muchos bienes y riquezas. Pero en una gravísima enfermedad, el joven le prometió a Dios que si le concedía la curación, se dedicaría únicamente a trabajar por la salvación de las almas. El joven curó de la enfermedad, y entonces el papá le permitió cumplir su promesa, y fue ordenado sacerdote. Ya antes se había graduado de doctor en la universidad de Alcalá.
Cargos importantes. Como tenía fama de gran santidad y de mucha sabiduría, el señor obispo le fue concediendo puestos de mucha responsabilidad. Primero lo envío a una región montañosa donde la gente era casi salvaje y muy ignorante en religión. Allá, entre nieves y barrizales y por caminos peligrosos, se propuso visitar familia por familia para enseñarles la religión y el cambio total.

En Barcelona existía una terrible pelea entre dos familias de las principales de la ciudad, con grave peligro de matanzas. San José fue enviado a poner la paz y logró que se casara un joven de una de las familias con una muchacha de la familia contraria y así volvió a ver paz entre los que antes eran enemigos.

El señor obispo de Urgel lo nombró su vicario general, el más alto puesto en la diócesis después del prelado.

Renuncia a todo. Pero él sentía una voz en su interior que le decía: "¡Váyase a Roma! ¡Váyase a Roma!" Y en sueños veía multitudes de niños desamparados que le suplicaban se dedicara a educarlos. Así que renunciado a sus altos puestos, y repartiendo entre los pobres las grandes riquezas que había heredado de sus padres, se dirigió a pie a la Ciudad Eterna.



Educador de los pobres. En Roma se hizo socio de una cofradía que se dedicaba a enseñar catecismo a los niños y se dio cuenta de que la ignorancia religiosa era total y que no bastaba con enseñar religión los domingos, sino que era necesario fundar escuelas para que los jovencitos tuvieran educación e instrucción durante la semana. En ese tiempo los gobiernos no tenían ni escuelas ni colegios, y la juventud crecía sin instrucción. Se reunió con unos sacerdotes amigos y fundó entonces su primera escuela en Roma. Su fin era instruir en la religión y formar buenos ciudadanos. Pronto tuvieron ya cien alumnos. Tenían que conseguir profesores y edificio, porque los gobiernos no costeaban nada de eso. Pronto fueron llegando nuevos colaboradores y los alumnos fueron ya setecientos. Más tarde eran ya mil los jóvenes que estudiaban en las escuelas dirigidas por José y su amigos. En sus ratos libres se dedicaban a socorrer enfermos y necesitados, especialmente cuando llegaban la peste o las inundaciones. Con su amigo San Camilo eran incansables en ayudar.

Los escolapios. A sus institutos educativos les puso por nombre "Escuelas Pías" y los padres que acompañaban al padre Calasanz se llamaron Escolapios. Después de un par de años ya había "Escuelas Pías" en muchos sitios de Italia y en muchos países. Ahora los padres Escolapios tienen 205 casas en el mundo, dedicadas a la educación, con 1630 religiosos. Son estimadísimos como educadores.

Visitas repentinas e inesperadas. Los envidiosos empezaron a hacer llegar quejas contra las Escuelas Pías, y el Sumo Pontífice Clemente VIII envió a los sabios Cardenales Baronio y Antoniani a que hicieran una visita sorpresa a las tales escuelas. Los dos cardenales se presentaron repentinamente sin previo aviso y encontraron que todo funcionaba tan sumamente bien, que el Papa al escuchar su excelente informe se propuso ayudarlas mucho más en adelante. Algo parecido hizo más tarde el Papa Paulo V y al darse cuenta de los bien que funcionaban las escuelas del padre Calasanz, le concedió toda su ayuda. Y en verdad que la necesitaba porque las dificultades que se les presentaban eran muy grandes.

Empiezas los dolores. El padre Calasanz tenía una gran fuerza y un día se echó sobre sus espaldas una pesadísima campana y se subió por una escalera para llevarla a la torre. Pero la escalera se partió y él cayó con la campana y se rompió una pierna. Duró varios meses en cama entre la vida y la muerte y desde entonces su falta de salud lo hizo sufrir mucho. Pero los mayores sufrimientos le iban a llegar de otra manera totalmente inesperada.

La persecución. Recibió el padre Calasanz como colaborador a un hombre ambicioso y lleno de envidia, el cual se propuso hacerle la guerra y quitarle el cargo de Superior General. Por las calumnias de este hombre y de varios más, nuestro santo fue llevado a los tribunales y solamente la intervención de un cardenal obtuvo que no lo echaran a la cárcel. Él repetía: "Me acusan de cosas que no he hecho, pero yo dejo a Dios mi defensa". El envidioso logró a base de calumnias que a San José Calasanz le quitaran el cargo de Superior General, y después las acusaciones mentirosas llegaron a tal punto que la Santa Sede determinó acabar con la congregación que el santo había fundado. San José al escuchar tan triste noticia, repitió las palabras del Santo Job: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea Dios".

Afortunadamente, después se supo la verdad y al Fundador le fueron restituidos sus cargos y la Comunidad volvió a ser aprobada y ahora está extendida por todo el mundo.

Dicen que San Alfonso de Ligorio cuando estaba fundando la Congregación de Padres Redentoristas, y encontraba fuertes dificultades y oposiciones, leía la vida de San José de Calasanz para animarse y seguir luchando hasta conseguir la definitiva aprobación.

El 25 de agosto del año 1648, a la edad de 92 años pasó este gran apóstol a la eternidad, a recibir el premio de sus grandes obras apostólicas y de sus muchísimos sufrimientos. Que Dios nos mande siempre muchos educadores como él, y que su ejemplo nos lleve a recordar aquel famoso dicho de Jesucristo: "Es necesario padecer en la tierra, para entrar en la gloria eterna". (Lc. 24,26).

lunes, 24 de agosto de 2009

SANTO ROSARIO EN AUDIO

TODOS LOS SANTOS HAN REZADO MUCHO EL ROSARIO Y HAN TENIDO MUCHA DEVOCIÓN A LA NTÍSIMA VIRGEN.

SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL DE JESÚS

MARTIRIO DE SAN BARTOLOMÉ


A este santo (que fue uno de los doce apóstoles de Jesús) lo pintaban los antiguos con la piel en sus brazos como quien lleva un abrigo, porque la tradición cuenta que su martirio consistió en que le arrancaron la piel de su cuerpo, estando él aún vivo.

Parece que Bartolomé es un sobrenombre o segundo nombre que le fue añadido a su antiguo nombre que era Natanael (que significa "regalo de Dios") Muchos autores creen que el personaje que el evangelista San Juan llama Natanael, es el mismo que otros evangelistas llaman Bartolomé. Porque San Mateo, San Lucas y San Marcos cuando nombran al apóstol Felipe, le colocan como compañero de Felipe a Natanael.

El encuentro más grande de su vida

El día en que Natanael o Bartolomé se encontró por primera vez a Jesús fue para toda su vida una fecha memorable, totalmente inolvidable. El evangelio de San Juan la narra de la siguiente manera: "Jesús se encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme". Felipe se encontró a Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret". Natanael le respondió: " ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le dijo: "Ven y verás". Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño" Natanael le preguntó: "¿Desde cuando me conoces?" Le respondió Jesús: "antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi". Le respondió Natanael: "Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel". Jesús le contestó: "Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del
Hombre." (Jn. 1,43 )



Felipe, lo primero que hizo al experimentar el enorme gozo de ser discípulo de Jesús fue ir a invitar a un gran amigo a que se hiciera también seguidor de tan excelente maestro. Era una antorcha que encendía a otra antorcha. Pero nuestro santo al oír que Jesús era de Nazaret (aunque no era de ese pueblo sino de Belén, pero la gente creía que había nacido allí) se extrañó, porque aquél era uno de los más pequeños e ignorados pueblecitos del país, que ni siquiera aparecía en los mapas. Felipe no le discutió a su pregunta pesimista sino solamente le hizo una propuesta: "¡Ven y verás que gran profeta es!"

Una revelación que lo convenció. Y tan pronto como Jesús vio que nuestro santo se le acercaba, dijo de él un elogio que cualquiera de nosotros envidiaría: "Este si que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño". El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce , y el Divino Maestro le añade algo que le va a conmover: "Allá, debajo de un árbol estabas pensando qué sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, yo te estaba observando y viendo lo que pensabas". Aquélla revelación lo impresionó profundamente y lo convenció de que este sí era un verdadero profeta y un gran amigo de Dios y emocionado exclamó: "¡Maestro, Tú eres el hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! ¡Maravillosa proclamación! Probablemente estaba meditando muy seriamente allá abajo del árbol y pidiéndole a Dios que le iluminara lo que debía de hacer en el futuro, y ahora viene Jesús a decirle que El leyó sus pensamientos. Esto lo convenció de que se hallaba ante un verdadero profeta, un hombre de Dios que hasta leía los pensamientos. Y el Redentor le añadió una noticia muy halagadora.. Los israelitas se sabían de memoria la historia de su antepasado Jacob, el cuál una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús explica a su nuevo amigo que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas.



Desde entonces nuestro santo fue un discípulo incondicional de este enviado de Dios, Cristo Jesús que tenía poderes y sabiduría del todo sobrenaturales. Con los otros 11 apóstoles presenció los admirables milagros de Jesús, oyó sus sublimes enseñanzas y recibió el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.

El libro muy antiguo, y muy venerado, llamado el Martirologio Romano, resume así la vida posterior del santo de hoy: "San Bartolomé predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchas gentes. Los enemigos de nuestra religión lo martirizaron quitándole la piel, y después le cortaron la cabeza".

Para San Bartolomé, como para nosotros, la santidad no se basa en hacer milagros, ni en deslumbrar a otros con hazañas extraordinarias, sino en dedicar la vida a amar a Dios, a hacer conocer y amar mas a Jesucristo, y a propagar su santa religión, y en tener una constante caridad con los demás y tratar de hacer a todos el mayor bien posible.

Muy estimado San Bartolomé: Pídele a Jesús que logremos imitarte en tu amor inmenso al Redentor y en tu manera de dedicarte por completo a hacer amar más a Dios y a salvar la propia alma y las almas de muchos otros.

CATEDRAL DE SAN BARTOLOMÉ EN LOGROÑO

domingo, 23 de agosto de 2009

LETANÍA DE LOS SANTOS






Voy a resumir en que consiste la intercesión. Señalo que para garantizar la correción doctrinal, el contenido de esta página ha sido revisado por el P. Jorge Loring S.I.

Según la Real Academia de la Lengua Española, la definición de interceder es: “Hablar en favor de alguien para conseguirle un bien o librarlo de un mal”.

En eso mismo consiste la intercesión, alguien interviene comunicando algo a otro.

Al rezar podemos pedir directamente a Dios, pero también podemos utilizar a alguien que comunique nuestras peticiones a Dios.

Se suele pedir la intercesión de: la Virgen María, los Ángeles y los Santos. Encuentra su apoyo en muchos pasajes de la Biblia (Tob. 12, 12, Tob. 13, 18 Jn 2, 1-9." Lc 16,24 Mt. 18, 10 Ap. 5, 8 Ap. 8, 3-4)

Hay que tener clara una distinción, los cristianos:

-Adoramos a Dios. Adoración consiste en someterse completamente a una persona, reconocida como Ser Supremo. Por lo tanto este culto se debe sólo a Dios.

-Veneramos a la Virgen María, los Ángeles y los Santos. Veneración consiste en rendir homenaje a una persona por algún mérito especial.

El Nuevo Catecismo dice:

956 La intercesión de los santos. "Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad...no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad" (LG 49):

No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida (Santo Domingo, moribundo, a sus hermanos, cf. Jordán de Sajonia, lib 43).

Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra (Santa Teresa del Niño Jesús, verba).

Para terminar, pondremos un ejemplo, nosotros pedimos a San José de Cupertino que comunique nuestro deseo de aprobar (nosotros mismos u otra persona) unos exámenes; pero es Dios quien realiza el milagro, no el Santo. Y realiza Dios el milagro para honrar a los Santos que han sido seguidores de su voluntad, para fortalecer la fe de los testigos del milagro y para impulsarlos a seguir el ejemplo de los Santos.

jueves, 20 de agosto de 2009

SAN BERNARDO DE CLARAVAL


Oración de San Bernardo

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a aparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente. Amén.


(1090-1153)4/20/08 Nació en Borgoña (Francia) en el año 1.090, en el Castillo Fontaines-les-Dijon. Sus padres eran los señores del Castillo y fue educado junto a sus siete hermanos como correspondía a la nobleza, recibiendo una excelente formación en latín, literatura y religión.
San Bernardo es, cronológicamente, el último de los Padres de la Iglesia, pero es uno de los que más impacto ha tenido en ella.
Fue declarado Santo en 1.173 por el Papa Alejandro III. Posteriormente, fue declarado Doctor de la Iglesia.
Bernardo tenía un extraordinario carisma de atraer a todos para Cristo.
Amable, simpático, inteligente, bondadoso y alegre, incluso muy apuesto, pues sabemos que su hermana Humbelina le llamaba cariñosamente con el apelativo de "ojos grandes". Durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano. Pero las amistades mundanas, por más atractivas y brillantes que fueran, lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más desilusionado del mundo y de sus placeres.
Una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo, se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía a su Hijo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás.



Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado. Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra, Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban Harding lo aceptó con gran alegría.
Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para ir a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera. Pero Bernardo les habló tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y 30 compañeros de la Nobleza que dejaron todo para unirse a Cristo . Dicen que cuando llamaron a Nirvardo el hermano menor para anunciarle que se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá! ¿Con que ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se hizo religioso del Cister.
Antes de entrar al monasterio, Bernardo llevó a su finca a todos los que deseaban entrar al convento para prepararlos durante varias semanas, entrenándolos acerca del modo de cómo debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, entra en el monasterio de Cister. Mas tarde, habiendo muerto su madre, entra en el monasterio su padre. Su hermana Humbelina y su cuñado, de mutuo acuerdo decidieron también entrar en la vida religiosa. Posteriormente llegó también su hermana Humbelina a la gloria de los altares. Vemos en la historia la gran influencia de las relaciones tanto para bien como para mal.

viernes, 14 de agosto de 2009

SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE

presbítero y mártir.
Maximiliano María (de bautismo Raimundo) nace el 1894 en Zdunska Wola, Polonia, de una familia pobre, pero rica de fe y patriotismo. Ya de joven se propuso luchar por una patria libre.
Su capacidad matemático-física lo abocaba a una carrera científica. Hasta proyectó un vehículo espacial. Pero se decidió por la vida religiosa franciscana. Todavía clérigo en Roma, en 1917, fundó el movimiento apostólico Milicia de María Inmaculada, que en su vida alcanzó un millón de miembros, y a su muerte se triplicó. Se ordenó sacerdote en 1918. Y decidió «ser santo, cuanto mayor posible» por la unión con Cristo crucificado y resucitado, a quien pedía «amar hasta convertirse en víctima». Entre los medios de evangelización dio preferencia los medios masivos, como los más eficaces en la evangelización. Fundó un periódico mensual de casi un millón de ejemplares, un cotidiano y una emisora, operando desde un convento erigido con el nombre de Niepokalanów (Ciudad de la Inmaculada).



Su obra se extendió por otras naciones y él mismo la fundó en Japón. Maximiliano soñaba con el martirio por amor a Dios y la salvación de los hombres. Y el martirio llegó: deportado al campo de exterminio de Auschwitz en 1941, se ofreció a morir en lugar de un padre de familia. Por dos semanas sufrió el tormento del hambre y de la sed con otros nueve condenados, a los que animaba en los sufrimientos. Fue rematado con una inyección de veneno que lo envió al cielo el 1 de agosto de 1941. A su beatificación en 1971 asistió el hombre por él salvado, Francisco Gajowniczek. Juan Pablo II lo canonizó en 1982.

jueves, 13 de agosto de 2009

SAN PONCIANO Y SAN HIPÓLITO SIGLO III

Al llegar Ponciano a la Cátedra de Pedro, en el año 230, encontró a la Iglesia dividida por un cisma, cuyo autor era el sacerdote Hipólito, un maestro afamado por su conocimiento de la Escritura y por la profundidad de su pensamiento. Hipólito no se había avenido a aceptar la elección del diácono Calixto como papa (217) y, a partir de ese momento, se había erigido en jefe de una comunidad disidente, estimando que él representaba a la tradición, en tanto que Calixto y sus sucesores cedían peligrosamente al último capricho. El año 235 estalló la persecución de Maximiano. Constatando que los cristianos de Roma se apoyaban en los dos obispos, el emperador mandó que arrestasen a ambos, y les condenó a trabajos forzados. Para que la Iglesia no se viera privada de cabeza en circunstancias tan difíciles, Ponciano renunció a su cargo e Hipólito hizo otro tanto. Deportados a Cerdeña, se unieron en una misma confesión de fe, y no tardaron en encontrar la muerte. Después de la persecución, el papa Fabián (236-250), pudo llevar a Roma los cuerpos de ambos mártires. El 13 de agosto es precisamente el aniversario de esta traslación. Pronto se echó en olvido que Hipólito había sido el autor del cisma. Sólo se tuvo presente al mártir y doctor, hasta tal punto que un dibujo del siglo IV asocia sus nombres a los de Pedro y Pablo, Sixto y Lorenzo.

martes, 11 de agosto de 2009

SANTA CLARA 1193-1253


Santa Clara nació en Asís el 1194, trece años después que San Francisco. Era hija de la noble familia de los Offreduccio. Clara fue "un raro cisne que cruzó el pantano sin enlodarse, una hoja de acero templado bajo el aspecto de una exquisita dulzura". Se dejó conquistar por el Amor.
La virtud alegre es contagiosa, y Francisco la conquistó para Cristo. A los 18 años huye por la noche a la Porciúncula. Luego pasa a San Damián, donde vivirá hasta su muerte. Se le unen sus amigas, de sugestivos nombres: Pacífica, Benvenuta, Angelluccia, Inés. Su sobrina Amada va a participarle la fecha de su boda, y se queda con ella. Se le une su madre y su hermana. Y conquista a nobles y princesas, como la Beata Inés de Praga. "Blancas flores primaverales, que exhalaban una fragancia única".
Clara, ante todo, es el fruto de la gracia de Dios. No abandona una a los dieciocho años una familia adinerada, ni ofrece su cabellera a unas inhábiles tijeras aun cuando fueran manejadas por el Hermano Francisco ni se encierra para siempre tras los muros de una casa en ruinas... sólo por amor a la poesía y a una vida sencilla. Sin embargo, tal fue el caso de Clara Offreduccio en el domingo de Ramos del año 1211 ó 1212.

Sor Clara viviría en adelante a la sombra de Francisco. El amor a la pobreza le granjeó pronto unas compañeras, y se convirtió en la madre de las Damas Pobres para quienes redactó Francisco una “Fórmula de vida”. Después de la muerte del Santo, Clara tuvo que defender su ideal con obstinación para lograr del papa el “Privilegio de la pobreza”.


Sentía gran amor a la Pasión del Señor, a la Eucaristía, a la Virgen. "Clara fue una huella de la Madre de Dios. Cristo renovó en Francisco su vida y su pasión. María renovó en Clara su humildad y pureza".
Y pronto, en el convento de San Damián, surge la casa primera de una fundación: las Damas Pobres, las Clarisas; luz en el cuerpo y en el alma, en un ambiente íntimo de humildad y de pobreza.
No quiere dispensas en la observancia; porque "hay que desligarse de las culpas, pero no de imitar a nuestro Señor Jesucristo".
Así vivían, cuando pasa por Asís el ejército imperial de Federico II, en el que militan hasta 10.000 sarracenos, autores de grandes desmanes. Cuando aparecen ante el convento de San Damián, Clara les hace retirarse, presentándose ante ellos con la custodia eucarística y orando:


"No entregues, Señor, a las bestias, las almas que te alaban. Guarda a tus siervas, que redimiste con tu preciosa sangre".
En la Pascua de 1253 cae enferma. La visita Inocencio IV, de paso por Asís. Escribe su Testamento: "Sed siempre enamoradas de Dios". Sus últimas palabras: "Gracias, Señor, por haberme creado". Era el 11 de agosto de 1253. Francisco la esperaría, como aquella noche en la Porciúncula, para ofrendarla al Amor.
Inocencio IV preside los funerales. Su sucesor Alejandro IV la canonizó. Pío XII la nombró Patrona de la Televisión, por haber "contemplado" una noche, enferma en su lecho, la Misa de la Porciúncula.

sábado, 8 de agosto de 2009

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, PRESBÍTERO 1170-1221


De la ilustre familia de los Guzmán nació en Caleruega (Burgos) el 1171. Sus padres Félix de Guzmán y su madre la Beata Juana de Aza. De esta gran mujer recibió Domingo su primera educación. Cuando sólo contaba seis años fue entregado a un tío suyo, arcipreste, para que le educara en las ciencias. A los catorce años fue enviado al Estudio General de Palencia, que era el más famoso de España para que se formara en todo el saber de aquel tiempo, que abarcaba las ciencias humanas y la misma teología. Era canónigo de Osma, cuando se sintió llamado a evangelizar a las tribus nómadas de Rusia.
Pero el papa Inocencio III le envió a la región de Toulouse,que sufría los embates de la herejía cátara (1206). Domingo comprendió que no conduciría a los hombres a Cristo sino predicándoles el Evangelio y viviendo en medio de ellos conforme al dicho Evangelio. Predicación y pobreza constituyeron desde entonces el alma de su acción apostólica. Al sumársele algunos compañeros, no tuvo otro programa que ofrecerles: serían Predicadores, apasionadamente solidarios de la verdad, y Mendicantes, a ejemplo de aquellos que arrastraba tras de sí Francisco de Asís. Mientras los hermanos se entregarían a esta suerte de apostolado, las hermanas les sostendrían desde la clausura con sus oraciones. El papa Honorio III aprobó tal programa en 1216. El Señor le concedió a Domingo sólo cinco años para cumplir su misión de sembrador.


Durante este tiempo, Domingo peregrinó sin descanso a través de Francia, España e Italia. Una de sus religiosas trazó el siguiente retrato de Domingo: «Era de estatura mediana, cuerpo delgado, hermosos ojos, manos largas y bellas y de una voz sonora. Su cabellera se mantenía completa, salpicada, por algunos cabellos blancos. Se mostraba siempre sonriente y alegre, a no ser que le dominara la compasión por alguna aflicción del prójimo». Nos hallamos ante un hombre gigante. De él se han dicho elogios bien merecidos. He aquí algunos: "Apóstol de Francia. Gloria de España. Protector de Italia. Monje y caballero del espíritu. Alma de silencio y lengua de verdad. Cenobita y trovador del Evangelio. Ilustre fundador de la Orden de Predicadores. Dante en la Divina Comedia le llama "Esplendor de luz querúbica". Y la liturgia: "Como la estrella de la mañana, como la luna llena en el estío, como el sol refulgente, así brillas tú en la Iglesia de Dios".



A él se atribuye también el origen del Santo Rosario que "como compendio del Evangelio" y "devoción de las almas sencillas y contemplativas" tanto bien ha hecho y hace a quienes lo rezan con devoción. Ya en vida gozó de gran fama de santidad no sólo por los muchos milagros que el Señor obró por su medio sino por la vida tan santa que llevaba y comunicaba a los demás. En Bolonia volaba al cielo, a los cincuenta años de edad, el 6 de agosto de 1221.

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