viernes, 24 de abril de 2009
SAN MARCOS EVANGELISTA
Aunque ignoramos la fecha de su nacimiento, sabemos que escribió su Evangelio hacia el año 60. Una tradición nos afirma que fue Obispo de Alejandría, muriendo alrededor de los años 67-68. - Fiesta: 25 de abril.
Un día, el Señor, queriendo celebrar la tercera Pascua con sus discípulos, y queriéndola celebrar de un modo especialmente solemne, cogió a dos de ellos y les dijo: "Id a la ciudad, y en ella encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle a la casa en que entre; y en dondequiera que entrare, decid al dueño de la casa: el Maestro dice, ¿dónde está mi aposento, en dónde he de comer la Pascua con mis discípulos?".
Pues bien, ese hombre (el "joven del cántaro"), según la mayoría de autores, es muy probablemente Marcos. Marcos, que vio llegar en aquel Jueves Santo al Maestro del que tanto había oído hablar; que escuchó las palabras sublimes de la Última Cena, aún sin alcanzar en toda su grandiosidad el profundo significado que poseían; y que, admirado de cosa tan excelsa, se adhirió seguramente ya desde el principio a Jesús.
Acabada la celebración de la Pascua, Jesús va con sus discípulos al Huerto de Getsemaní. Marcos los vio marchar y, tras un rato de indecisión, se iría tras ellos, observándolo todo de lejos. Después ve cómo prenden al Maestro, oye el vocerío de los soldados, y sin querer se encuentra mezclado en aquel tumulto. Es entonces cuando un soldado lo coge creyéndose que él también pertenecía al grupo del Nazareno. Marcos intenta escapar, forcejea y, al fin, dando un tirón, logra huir, dejando sin embargo en las manos del soldado la sábana con que se cubría. Es un hecho que recuerda toda la vida, y por eso cuando años más tarde se ponga a escribir su Evangelio nos lo contará sin nombrarse, por lo que con gran verosimilitud deducirán los exegetas lo que hemos apuntado.
En su casa, junto con su madre María, que aparece en el libro de los Hechos, es muy posible que conviviera con los discípulos amedrentados tras la crucifixión del Señor y que participara del gozo de los mismos en el día de la Resurrección. Y si todo esto sucedió, como señalamos, es fácil suponer que Marcos fuera uno de aquellos tres mil, sobre los cuales Pedro derramó el agua del Bautismo el día de Pentecostés.
Es a partir de este momento cuando Marcos -Juan Marcos era llamado- irrumpe en el campo de la seguridad histórica. Junto con Bernabé, su primo, y con Pablo -el antiguo Saulo perseguidor de cristianos, ya convertido-, marcha a Antioquía y participa en el primer viaje del Apóstol de las Gentes. De Antioquía a Chipre y de allí a... Pero Marcos tuvo miedo. Las costas inhóspitas, el país escabroso, los habitantes hostiles de aquellas tierras y quizás el recuerdo de su madre sola en Jerusalén, acobardan el espíritu del Evangelista, que se vuelve a esta ciudad hacia el año 45.
Hacia el 49, Pablo organiza un nuevo viaje, a fin de visitar las comunidades cristianas que había fundado en el primero. Bernabé, que quiere acompañarle, solicita el permiso de Pablo para que de nuevo se les una Marcos. No nos ha de extrañar nada, dado el carácter del Apóstol, que éste se oponga; por lo que Bernabé, entonces, tomando consigo a su primo, se embarca para Chipre.
Después, no sabemos cuándo exactamente, el Evangelista acompaña a Pedro en su predicación, marchando probablemente con él a Roma. La Buena Nueva y con ella la Iglesia se van extendiendo poco a poco en el Imperio Romano. Los fieles de Roma piden al Príncipe de los Apóstoles disponga dejar por escrito lo que predica con la boca. Nadie se atreve, sin embargo, a tal empresa. Sólo Juan Marcos, el que antes tuvo miedo, se apresta a ella con intrepidez de espíritu, con magnanimidad de corazón. Y el Espíritu Santo lo cubre con su virtud, y de la obra común sale el segundo Evangelio, inspirado relato, lleno de viveza y colorido, que tiene como objeto demostrar la divinidad del Hijo de Dios, principalmente por medio de los milagros que el autor ha oído contar a Pedro, enlazados y mezclados con elementos de la predicación de este Apóstol y con vestigios de detalles paulinos.
Reconciliado con San Pablo, es llamado por éste cuando se encuentra preso por segunda vez en el Tulliano, in cárcere Mamertina. No sabemos empero si llegó a tiempo de consolar al anciano Apóstol. Una tradición nos afirma que Marcos predicó en Alejandría; nada cierto sabemos tampoco de este particular, pues los detalles que conocemos los hemos obtenido de cartas apócrifas.
Sea de esto lo que fuere, así como del lugar de su muerte, Juan llamado Marcos tiene como gloria especial suya el haber escrito un Evangelio, que la tradición nos ha entregado como inspirado, por lo que hoy lo tenemos por Palabra de Dios, y a su autor lo veneramos entre los cuatro Evangelistas.
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