Ant. A Cristo recién nacido, que ha otorgado a Esteban la corona de la gloria, venid, adorémosle.
Cristo es la vida que, viniendo al mundo,
con sus heridas extirpó la muerte,
y, vuelto al Padre, a su derecha goza
reino perenne.
A él sigue Esteban, su primer discípulo,
galardonado de gloriosa suerte,
aquella que al morir le dio el Espíritu
benignamente.
Nube de piedras su existencia apaga,
sin que la rabia de los malos cese,
piadoso acaba perdonando a aquellos
sayones crueles.
Oh, te pedimos, santo protomártir,
hoy habitante de la paz celeste,
que, desde el alto empíreo, nos depares
gratas mercedes.
Gloria a la Trinidad hoy entonemos,
que a Esteban coronó en dichosa muerte:
luchó el mártir, triunfó, y reina en los cielos
gloriosamente. Amén.
ORACIÓN
Concédenos, Señor, imitar las virtudes de san Esteban, cuya entrada en la gloria celebramos; y, así como él supo rogar por sus mismos perseguidores, sepamos nosotros amar a nuestros enemigos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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