SANTA BRÍGIDA ¿1303?-1373
Brígida Persson pertenecía, tanto por su nacimiento (1303), como por su matrimonio (1316), a la alta sociedad sueca. Madre de ocho hijos, solícita por su educación, llevó junto con su marido Ulf Gudmarsson una vida sumamente piadosa y consciente de sus obligaciones comunes. Hicieron juntos la peregrinación a Compostela, pero, a la vuelta murió Ulf (1344). Pronto empezó Brígida a recibir revelaciones que la introdujeron íntimamente en el misterio de la Pasión: «No podía pensar en ella sin derramar lágrimas.
Experimentaba una dulzura tal al contemplar las Alas del Salvador, que se sentía a veces abrasada por completo de amor» (Birger de Upsal). Pero también recibía en esas revelaciones iluminaciones sobre la forma de proceder de la política europea y de la Iglesia, que le llevaban a invitar a los reyes de Francia e Inglaterra a que concluyeran la paz, y al papa Clemente IV a que dejara Avignon para volver a Roma.
En 1350, Brígida fue a Roma como peregrinación del Año Santo. Iba a permanecer allí el resto de su vida, en medio de una voluntaria pobreza, del estudio y la oración, esperando la aprobación por parte del Papa de la Orden de San Salvador que pretendía fundar en Vadstena. Pero tal fundación no llegaría a ver la luz sino después de su muerte (1373), bajo la dirección de su hija Santa Catalina de Suecia.
Murió en Roma de vuelta de una peregrinación a Tierra Santa, y al año siguiente su hija Catalina trasladó sus restos a la Suecia natal. El libro de sus revelaciones, publicado póstumamente, fue muy discutido, «por haberle querido tachar y reprender algunos teólogos, que midiendo las cosas divinas con prudencia humana, no acaban de entender que Dios reparte sus gracias a quien Él es servido», pero al fin tuvo la aprobación del sapientísimo cardenal dominico fray Juan de Torquemada.
Si fueras a vivir en una isla desierta, ¿qué tres cosas te llevarías contigo? Aunque las respuestas varían grandemente, la mayoría de la gente cogería un libro de uno u otro tipo.
Los libros eran tan importantes para Santa Brígida de Suecia que se hallaban exentos de las restricciones de la pobreza. Fundadora de una comunidad religiosa que admitía tanto a hombres como a mujeres (aunque en recintos separados), mantenía la estricta regla de que a fin de año todo exceso en los ingresos debía ser dado a los pobres. La única excepción era que todo monje o monja podía tener tantos libros como quisieran.
Los libros son el gran escape. Como dice Emüe Dickinson: «No hay fragata como un libro para llevarnos a tierras lejanas.»
Santa Brígida cogía indudablemente la fragata de un libro una y otra vez. No sólo tenía que dirigir un monasterio, sino que tenía hijos de los que ocuparse. Antes de entrar en la vida religiosa, había estado Felizmente casada durante veintiocho años. Ella y su esposo, Ulf, tuvieron ocho hijos, uno de los cuales se convirtió en santo (Catalina de Suecia), y varios de los cuales deben haberle dado quebraderos de cabeza. Una hija se casó con un hombre al que Brígida llamaba el Bandolero, y mientras se hallaba en Nápoles su hijo favorito se juntó con la Reina Juana I, pese a que el tercer esposo de ella estaba viviendo en España y la esposa de él en Suecia.
No es sorprendente que Brígida dijese a sus religiosos que podían tener todos los libros que desearan. ¡Leyendo no podían meterse en problemas!.
Revelaciones a Santa Brígida
por Nuestro Señor Jesucristo
Santa Brígida rezó por mucho tiempo para conocer cuantos golpes recibió nuestro Señor durante su terrible pasión. En recompensa a su paciencia, el Señor se le apareció un día y le dijo: "Yo recibí 5475 golpes en mi cuerpo. Si tu deseas honrarlos en alguna manera, recita 15 Padrenuestros y 15 Avemarías con las siguientes oraciones por un año completo, las cuales Yo mismo te enseñaré, . Cuando se termine el año, habrás honrado cada una de mis heridas."
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Padre Nuestro - Ave María.
O Jesucristo! ¡Sois la eterna dulzura de todos los que Os aman; la alegría que sobrepasa toda gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los pecadores! Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Sagrada Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad, según el plan divino.
Acordaos, O Señor, que durante la última cena con Vuestros discípulos les habéis lavado los pies; y después, les distéis Vuestro Sacratísimo Cuerpo, y Vuestra Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra próxima Pasión.
Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra alma, como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo: "Mi alma está triste hasta la muerte." "
Acordaos de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la crucifixión. Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis traicionado por Vuestro discípulo, Judas; apresado por los habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos e injustamente juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra madurez, y en la solemne estación pascual.
Acordaos que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo bofetadas. Después, coronándoos de espinas, pusieron en Vuestras manos una caña. Finalmente, fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes, y agobiado de oprobios y ultrajes.
En memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra Pasión en la Cruz, concededme antes de morir, una contrición verdadera, una confesión sincera y completa, adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis pecados. Amen.
Padre Nuestro - Ave María.
¡O Jesús! la verdadera libertad de los ángeles, y paraíso de delicias! Acordaos del horror y la tristeza que fuisteis oprimido, cuando Vuestros enemigos como leones furiosos, Os rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración de estos tormentos y a las palabras injuriosas, Os suplico, ¡O mi Salvador, y Redentor! que me libres de todos mis enemigos visibles e invisibles y que, bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la salvación eterna. Amén.
Padre Nuestro - Ave María.
¡O Jesús! Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar! Vos abarcáis todo; todo es sostenido bajo Vuestra amorosa potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe, clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron Vuestras Llagas, y, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad, extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
O Jesús, en memoria de este santo dolor que habéis soportado con tanto amor en la Cruz, Os suplico concederme la gracia de temeros y amaros. Amen.
Padre Nuestro - Ave María.
¡O Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las Vuestras! Acordaos que las contusiones y los desfallecimientos que habéis sufrido en todos Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos Vuestros sufrimientos, no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos, a Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Padre, perdónalos no saben lo que hacen."
Por esta inmensa misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, Os hago esta súplica: conceded que el recuerdo de Vuestra muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta contrición, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.
Padre Nuestro - Ave María.
¡O Jesús, Espejo de Resplendor Eterno! Acordáos de la tristeza aguda que habéis sentido al comtemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la luz de Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la predestinación de aquellos que se salvarían, mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serían condenados por sus pecados; y Os habéis quejado amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
Por este abismo de la compasión y piedad, y principalmente por la bondad que demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso.", hago esta súplica, Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi muerte tengáis misericordía de mí. Amén.
Padre Nuestro - Ave María.
¡O Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis sufrido, cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También, fuisteis abandonado de todos Vuestros parientes y amigos con la excepción de Vuestra muy amada Madre. En Vuestra agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos; luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a María: "¡Mujer, he aquí a tu hijo!" Y a Juan: "¡He aquí a tu Madre!"
Os suplico, O mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mi. Y en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, ten piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte. Amén.
Padre Nuestro - Ave María.
¡O Jesús, inagotable Fuente de compasión, ten compasión de mi! En un profundo gesto de amor, habéis exclamado en la Cruz: "¡Tengo sed!" Era sed por la salvación del género humano. ¡O mi Salvador! Os ruego que inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos hacia la perfección, en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal y el ardor de los apetitos mundanos. Amén.
Padre Nuestro - Ave María.
¡O Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite de espíritu! Por el vinagre y la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima durante nuestra vida, y también a la hora de la muerte para servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.
Padre Nuestro - Ave María.
¡O Jesús, Virtud Real y Gozo de alma! Acordaos de dolor que habéis sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte. Insultado y ultrajado por los judíos, clamasteis en alta voz que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
Por esta angustia, Os suplico, O mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi muerte. Amén.
Padre Nuestro - Ave María.
¡O Jesús, Principio y Fin de todas las cosas, Sois la Vida y la Virtud plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas, sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñarme a guardar, por puro amor a Vos, todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino de Vuestra Ley Divina es amplio a agradable para aquellos que Os aman. Amén.
Padre Nuestro - Ave María.
¡O Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de la Llagas que penetraron hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme de Vuestro Rostro tan justamente irritado contra mi. Escondedme en los huecos de Vuestras Llagas hasta que Vuestra cólera y justísima indignación hayan cesado. Amén.
Padre Nuestro - Ave Maria.
¡O Jesús, Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad, y Vínculo de la Caridad! Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido, desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas, O dulce Jesús, por la efusión de Vuestra adorable Sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto habéis sufrido por amor a nosotros, en Vuestra Carne virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de hacer por nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡O amable y adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión, que el Fruto meritorio de Vuestros sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que en mi corazón, Vuestro Amor aumente cada día hasta que llegue a contemplaros en la eternidad. ¡O Amabilísimo Jesús! Vos sois el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que Os pido concederme en el Cielo. Amén.
Padre Nuestro - Ave Maria.
¡O Jesús, fuerte León, Rey inmortal e incencible! Acordaos de inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras fuerzas, tanto morales como físicas, inclinasteis la Cabeza y dijisteis: "Todo está consumado."
Por esta angustia y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte cuando mi mente estará tremendamente perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén.
Padre Nuestro - Ave Maria.
¡O Jesús, único Hijo del Padre Celestial, esplendor y semejanza de Su Esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole: "¡Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu!" Desgarrado Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y abiertas la Entrañas de Vuestra misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, O Rey de los santos, confortadme. Socorredme para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.
Padre Nuestro - Ave Maria. Terminar con el Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo.
¡O Jesús, verdadera y fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de Sangre que tan generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra preciosa Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.
De Vuestro Costado perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado Sangre y agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la Cruz, la muy fina y delicada Carne Vuestra fue destrozado; la Substancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada; y disecada la médula de Vuestros Huesos.
Por esta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra preciosa Sangre, Os suplico, O dulcísimo Jesús, que recibáis mi alma, cuando y esté sufriendo en la agonía de mi muerte. Amén.
Conclusión
¡O Dulce Jesús! Herid mi corazón a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente, O mi Señor, a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua. Y que mi conversación sea agradable. Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo con todos Vuestros santos. Amén.
Las Promesas
1. Libraré del Purgatorio a 15 almas de su parentela o linaje
2. 15 almas de su parentela o linaje serán preservadas y confirmadas en la gracia.
3. 15 pecadores de su linaje serán convertidos.
4. El que rece estas oraciones alcanzará el primer grado de la perfección.
5. 15 días antes de su muerte, le daré el alimento de Mi Sagrado Cuerpo para que escape del hambre eterna; y le daré de beber de Mi Preciosísima Sangre para que no padezca de sed eternamente.
6. 15 días antes de su muerte, sentirá constricción profunda por todos sus pecados, y tendrá conocimiento perfecto de todas sus culpas.
7. Yo pondré el signo de Mi victoriosa Cruz delante de él, para que sea su amparo y defensa contra las acechanzas de sus enemigos.
8. Antes de su muerte, vendré a él con Mi queridísima y bienamada Madre.
9. Benignamente recibiré su alma, y le conduciré a las delicias eternas.
10. Y habiendo conducido a ésta alma hasta las mansiones eternas, allí, le daré a beber del Manantial de Mí Divinidad; cosa
que no haré con los que no hayan recitado Mis oraciones.
11. Haz saber que el que haya vivido en estado de pecado mortal aún por 30 años, si reza devotamente estas oraciones, o si hubiere propuesto rezarlas, el señor le perdonará todos sus pecados.
12. Yo le defenderé contra graves tentaciones.
13. Preservaré y guardaré sus 5 sentidos.
14. Le preservaré de una muerte repentina.
15. Su alma será librada de la muerte eterna.
16. Ésta alma obtendrá todo cuanto pidiere a Dios y a la Santísima Virgen.
17. Si hubiera vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y si debiera morir al día siguiente, Yo le prolongaré su existencia para que se confiese bien.
18. Cada vez que un alma rece estas oraciones, ganará 100 días más de indulgencia.
19. Se le asegura que será colocado junto al Supremo Coro de los Santos Angeles.
20. AI que enseñare estas Oraciones a otra persona, se le asegura gozo continuo y el mérito perdurable por toda la eternidad.
21. Dondequiera que se rezaren estas oraciones, o si se rezan en algún tiempo futuro, allí, estará Dios presente con Su gracia.
Las 21 promesas de Santa Brígida, tradicionalmente asociadas con las oraciones de Santa Brígida no están cubiertas por una imprenta. En Enero de 1954 la Oficina Santa mandó una advertencia que el origen supernatural de estas promesas no ha sido demostrado.
La Iglesia siempre recomienda meditar sobre La Pasión de Nuestro Señor. La Bendita Virgen Maria dijo a Santa Brígida: "la consideración de la pasión de Mi hijo debe permanecer frecuente en los pensamientos de todos." San Buenaventura dijo: "Permite quien quiera estar en unión con Dios manténga los ojos de su alma fijos en El quien cuelga muerto en la Cruz. Son las Llagas del Señor las que nos permiten tener poder para soportar el sufrimiento no sólo con paciencia sino con alegría."
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