TODOS LOS SANTOS

viernes, 30 de septiembre de 2011

SAN JERONIMO (Doctor de la Iglesia Año 420)



Jerónimo quiere decir: el que tiene un nombre sagrado.
(Jero = sagrado. Nomos = nombre).
San Jerónimo
Dicen que este santo ha sido el hombre que en la antigüedad estudió más y mejor la S. Biblia.
Nació San Jerónimo en Dalmacia (Yugoslavia) en el año 342. Sus padres tenían buena posición económica, y así pudieron enviarlo a estudiar a Roma.

En Roma estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, el cual hablaba el latín a la perfección, pero era pagano. Esta instrucción recibida de un hombre muy instruido pero no creyente, llevó a Jerónimo a llegar a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos. Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos: Homero, y Platón, pero no dedicaba tiempo a leer libros religiosos que lo pudieran volver más espiritual.

En una carta que escribió a Santa Eustoquia, San Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión. Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado, Nuestro Señor le preguntaba: "¿A qué religión pertenece? Él le respondió: "Soy cristiano – católico", y Jesús le dijo: "No es verdad". Que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos. No es cristiano sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras". Se despertó llorando, y en adelante su tiempo será siempre para leer y meditar libros sagrados, y exclamará emocionado: "Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos". A veces dan ganas de que a ciertos católicos les sucediera una aparición como la que tuvo Jerónimo, para ver si dejan de dedicar tanto tiempo a lecturas paganas e inútiles (revistas, novelas) y dedican unos minutos más a leer el libro que los va a salvar, la Sagrada Biblia.

Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados (especialmente por su sensualidad que era muy fuerte, y por su terrible mal genio y su gran orgullo). Pero allá aunque rezaba mucho y ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz. Se dio cuenta de que su temperamento no era para vivir en la soledad de un desierto deshabitado, sin tratar con nadie.
El mismo en una carta cuenta cómo fueron las tentaciones que sufrió en el desierto (y esta experiencia puede servirnos de consuelo a nosotros cuando nos vengan horas de violentos ataques de los enemigos del alma). San Francisco de Sale recomendaba leer esta página de nuestro santo porque es bellísima y provechosa: Dice así: "En el desierto salvaje y árido, quemado por un sol tan despiadado y abrasador que asusta hasta a los que han vivido allá toda la vida, mi imaginación hacía que me pareciera estar en medio de las fiestas mundanas de Roma. En aquel destierro al que por temor al infierno yo me condené voluntariamente, sin más compañía que los escorpiones y las bestias salvajes, muchas veces me imaginaba estar en los bailes de Roma contemplando a las bailarinas. Mi rostro estaba pálido por tanto ayunar, y sin embargo los malos deseos me atormentaban noche y día. Mi alimentación era miserable y desabrida, y cualquier alimento cocinado me habría parecido un manjar exquisito, y no obstante las tentaciones de la carne me seguían atormentando. Tenía el cuerpo frío por tanto aguantar hambre y sed, mi carne estaba seca y la piel casi se me pegaba a los huesos, pasaba las noches orando y haciendo penitencia y muchas veces estuve orando desde el anochecer hasta el amanecer, y aunque todo esto hacía, las pasiones seguían atacándome sin cesar. Hasta que al fin, sintiéndome impotente ante tan grandes enemigos, me arrodillé llorando ante Jesús crucificado, bañé con mis lágrimas sus pies clavados, y le supliqué que tuviera compasión de mí, y ayudándome el Señor con su poder y misericordia, pude resultar vencedor de tan espantosos ataques de los enemigos del alma. Y yo me pregunto: si esto sucedió a uno que estaba totalmente dedicado a la oración y a la penitencia, ¿qué no les sucederá a quienes viven dedicados a comer, beber, bailar y darle a su carne todos los gustos sensuales que pide?".

San JerónimoVuelto a la ciudad, sucedió que los obispos de Italia tenían una gran reunión o Concilio con el Papa, y habían nombrado como secretario a San Ambrosio. Pero este se enfermó, y entonces se les ocurrió nombrar a Jerónimo. Y allí se dieron cuenta de que era un gran sabio que hablaba perfectamente el latín, el griego y varios idiomas más. El Papa San Dámaso, que era poeta y literato, lo nombró entonces como su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y algo más tarde le encomendó un oficio importantísimo: hacer la traducción de la S. Biblia.

Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas.

Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la S. Biblia, y esa traducción llamada "Vulgata" (o traducción hecha para el pueblo o vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos. Unicamente en los últimos años ha sido reemplazada por traducciones más modernas y más exactas, como por ej. La Biblia de Jerusalén y otras.

Casi de 40 años Jerónimo fue ordenado de sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y la dureza con la cual corregía ciertos defectos de la alta clase social le trajeron envidias y rencores (Él decía que las señoras ricas tenían tres manos: la derecha, la izquierda y una mano de pintura... y que a las familias adineradas sólo les interesaba que sus hijas fueran hermosas como terneras, y sus hijos fuertes como potros salvajes y los papás brillantes y mantecosos, como marranos gordos...). Toda la vida tuvo un modo duro de corregir, lo cual le consiguió muchos enemigos. Con razón el Papa Sixto V cuando vio un cuadro donde pintan a San Jerónimo dándose golpes de pecho con una piedra, exclamó: "¡Menos mal que te golpeaste duramente y bien arrepentido, porque si no hubiera sido por esos golpes y por ese arrepentimiento, la Iglesia nunca te habría declarado santo, porque eras muy duro en tu modo de corregir!".

Sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde no aceptaban el modo fuerte que él tenía de conducir hacia la santidad a muchas mujeres que antes habían sido fiesteras y vanidosas y que ahora por sus consejos se volvían penitentes y dedicadas a la oración, dispuso alejarse de allí para siempre y se fue a la Tierra Santa donde nació Jesús.

Sus últimos 35 años los pasó San Jerónimo en una gruta, junto a la Cueva de Belén. Varias de las ricas matronas romanas que él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron sus bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección espiritual. Con el dinero de esas señoras construyó en aquella ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y una casa para atender a los peregrinos que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde nació Jesús.

Allí, haciendo penitencia, dedicando muchas horas a la oración y días y semanas y años al estudio de la S. Biblia, Jerónimo fue redactando escritos llenos de sabiduría, que le dieron fama en todo el mundo.

Con tremenda energía escribía contra los herejes que se atrevían a negar las verdades de nuestra santa religión. Muchas veces se extralimitaba en sus ataques a los enemigos de la verdadera fe, pero después se arrepentía humildemente.

La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la S. Biblia. Por eso ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras. El Papa Clemente VIII decía que el Espíritu Santo le dio a este gran sabio unas luces muy especiales para poder comprender mejor el Libro Santo. Y el vivir durante 35 años en el país donde Jesús y los grandes personajes de la S. Biblia vivieron, enseñaron y murieron, le dio mayores luces para poder explicar mejor las palabras del Libro Santo.

Se cuenta que una noche de Navidad, después de que los fieles se fueron de la gruta de Belén, el santo se quedó allí solo rezando y le pareció que el Niño Jesús le decía: "Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?". Él respondió: "Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca". El Niño Jesús añadió: "¿Y ya no me regalas nada más?". Oh mi amado Salvador, exclamó el anciano, por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras... ¿qué más te puedo regalar? Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti". El Divino Niño le dijo: "Jerónimo: regálame tus pecados para perdonártelos". El santo al oír esto se echó a llorar de emoción y exclamaba: "¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides esto!". Y se dio cuenta de que lo que más deseaba Dios que le ofrezcamos los pecadores es un corazón humillado y arrepentido, que le pide perdón por las faltas cometidas.

El 30 de septiembre del año 420, cuando ya su cuerpo estaba debilitado por tantos trabajos y penitencias, y la vista y la voz agotadas, y Jerónimo parecía más una sombra que un ser viviente, entregó su alma a Dios para ir a recibir el premio de sus fatigas. Se acercaba ya a los 80 años. Más de la mitad los había dedicado a la santidad.

Jerónimo bendito: pídele a Dios que a nosotros se nos prenda o
contagie ese amor tuyo tan inmenso por la Sagrada Biblia,
por estudiar, amar y practicar la Palabra de Dios.
Bendice a todos los que en el mundo entero se
dedican a dar a conocer y amar el Libro Santo.


miércoles, 28 de septiembre de 2011

SAN WENCESLAO MARTIR

Biografía San Wenceslao
Año 938.

Wenceslao quiere decir: "el más glorioso" (Del checo: Wences = el más. Lao = glorioso).

San Wenceslao es el Patrono de los checoslovacos.
Era hijo del duque Vratislao que gobernaba a Checoslovaquia. Tenía un hermano llamado Boleslao. A Wenceslao lo educó la abuela, Santa Ludsmila, la cual se esmeró por hacer de él un fervoroso católico. En cambio a Boleslao lo formó la madre, que era una terrible anticatólica, y como era ella, así llegó a ser su segundo hijo.

Desde muy niño sintió Wenceslao una gran devoción por la Sma. Virgen y por la Sagrada Eucaristía. Le agradaba cultivar el trigo con el cual iban a fabricar las santas hostias, y cosechar las uvas con las cuales fabricarían el vino para la Santa Misa. Aun en tiempos de mucha nieve se iba a pie al templo a oír la Santa Misa, y su acompañante decía que era tal el fervor de Wenceslao, que al pasar por entre la nieve, detrás de él, no sentía frío.

Siendo nuestro santo muy jovencito aún, murió su padre en una batalla. La esposa del difunto empezó a gobernar, pero eran tantas las leyes que ella daba contra los católicos, que estos exigieron que Wenceslao, como hijo mayor, se posesionara del mando de la nación. Y así lo hizo.

Aconsejado por su santa abuela, el joven mandatario quitó las leyes anticatólicas que había dado su madre, y se propuso buscar todo el bien posible para su pueblo. Disfrazado de simple obrero iba a llevar ayudas económicas a familias muy pobres, a las cuales les daba vergüenza pedir. Repartía limosnas por montones, y hospedaba amablemente a los peregrinos muy pobres. Vigilaba para que las autoridades no abusaran de nadie. Demostraba gran respeto y simpatía por todos los que lo trataban.

Un día tenía una reunión muy importante con el emperador y otros altos gobernantes y llegó con una hora de atraso. Ya estaban disgustados por esta demora, cuando él al llegar les dijo "Me perdonan, pero estaba oyendo la Santa Misa, y yo no puedo dejar un día sin asistir al santo sacrificio". Los demás quedaron satisfechos con esta excusa, y admiraron su piedad.

Su hermano, aconsejado por la madre que era anticatólica, se propuso acabar con Wenceslao, para poder así quedarse él de gobernante. Y lo invitó a la ciudad de Boleslavia. El santo acostumbraba visitar las ciudades para orar en sus templos y allí quiso celebrar la fiesta de los santos patrones de ese templo, San Cosme y Damián. Boleslao fingió cariño hacia él y lo atendió muy bien el 27 de septiembre. El 28 de septiembre del año 938 Wenceslao se levantó muy temprano para asistir a la Santa Misa. El día anterior había recibido también la Sagrada Comunión. Por el camino hacia el templo se encontró con Boleslao y le dijo: "Hermano, ayer me trataste muy bien", y Boleslao, siguiendo los consejos que Satanás le daba le respondió: "Pues, hoy te trataré mejor", y lo hirió con un arma afilada e la cabeza, Wenceslao exclamó: "¿Qué haces hermano mío?" Luego llegó uno de los acompañantes de Boleslao e hirió al santo en una mano. Este trató de refugiarse en el templo, pero otros tres sicarios llegaron y lo acabaron de matar con sus espadas. Wenceslao expiró diciendo: "En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu". En su sepulcro empezaron a obrarse milagros y su fama de santidad se extendió por todo el país. Boleslao no pudo olvidar nunca el terrible crimen que había cometido, y él y su madre terminaron muy triste y trágicamente su vida.
San Wenceslao: pídele a Dios que nos libre de gobernantes anticatólicos, y que nos envíe muchos gobernantes bien creyentes y fervorosos como lo fuiste tú.

Estoy dispuesto a derramar mi sangre. He conservado la fe. Ahora me espera el premio que me dará el justo juez (San Pablo. 2 Tm. 4,6).

Lorenzo Ruiz, laico
Domingo Ibáñez de Erquicia, O.P.
Santiago Kyushei Tomonaga, O.P.
y 13 compañeros filipinos, mártires en Japón


1633, (agosto y octubre)

DOMINGO IBÁÑEZ DE ERQUICIA, español, sacerdote dominico. Nace en Régil (San Sebastián), hijo de la Provincia de España hasta su afiliación a la Provincia del Rosario. En Manila enseña en el Colegio de Santo Tomás y predica el Evangelio en diferentes lugares de Filipinas. Pasa a Japón en 1623, donde trabaja clandestinamente. Denunciado por un cristiano apóstata, es encarcelado y ajusticiado. Desempeñó un importante papel, como Vicario provincial de la misión. Se conserva una parte de su epistolario. Edad, 44 años.

FRANCISCO SHOYEMON, japonés, cooperador dominico. Compañero de apostolado del P. Ibáñez de Erquicia. Arrestado en 1633, toma el hábito dominicano en la cárcel. Es ajusticiado junto a su padre espiritual.

SANTIAGO KYUSHEI TOMONAGA DE SANTA MARÍA, japonés, sacerdote dominico. De familia noble cristiana de Kyudetsu, estudia con los jesuitas en Nagasaki. Es expulsado del Japón en 1614 cuando era catequista. En Manila se ordena sacerdote, misionero en Taiwan, regresa a su patria en 1632, con la finalidad de ayudar a sus hermanos cristianos. Es arrestado y torturado, muriendo por "ser religioso y haber propagado la fe evangélica". Es el más anciano del grupo: 51 años.

MIGUEL KUROBIOYE, japonés, catequista laico. Compañero de apostolado del P. de Santa María, OP, es encarcelado y torturado, revelando el escondite del P. de Santa María. Arrepentido, va con él al martirio, confesando su fe.

LUCAS ALONSO DEI. ESPÍRITU SANTO, español, sacerdote dominico. Nace en Carracedo (Astorga), dominico de la Provincia de España, se pasa a la Provincia del Rosario en 1617. Profesor en el Colegio de Santo Tomás de Manila, misionero en Cagayan, en 1623 va al Japón donde trabaja con gran coraje y riesgo de su vida durante diez años. Arrestado en Osaka en 1633, fue torturado y martirizado en Nagasaki. Edad, 39 años.

MATEO KOHIOYE DEL ROSARIO, japonés, natural de Arima. Catequista y ayudante del B. Lucas Alonso, se hace novicio de la Orden. Arrestado en Osaka en 1633, rechaza toda propuesta de dinero y soporta horribles torturas, permaneciendo fiel a Cristo, hasta la muerte. Tenía 18 años.


1634, (octubre-noviembre)

MAGDALENA DE NAGASAKI, japonesa, terciaria agustina y dominica. Hija de cristianos martirizados, se consagra a Dios y es guiada espiritualmente por los agustinos recoletos y después por el dominico Ansalone. Después del arresto del P. Ansalone, Magdalena se presenta a la guardia proclamándose cristiana. Torturada en forma cruel, inamovible en su fe, es colgada del patíbulo donde permaneció viva durante trece días.

MARINA DE OMURA, japonesa. En 1626 ingresa en la Tercera Orden Dominicana, siendo de gran ayuda para los misioneros. Arrestada en 1634, es sometida a vergonzosas humillaciones y finalmente conducida a la hoguera, dando un sublime ejemplo de "mujer fuerte".

JACINTO JORDÁN ANSALONE, italiano, sacerdote dominico. Nativo de S. Stefano Quisquina (Agrigento), habiendo profesado en la Provincia de Sicilia, pasa a la Provincia del Santo Rosario. En Filipinas desarrolla su apostolado entre los pobres y enfermos. En el año 1632 va al Japón, donde trabaja por dos años. Arrestado en el 1634, soporta con firmeza las torturas, y es colgado del patíbulo. Edad, 36 años.

TOMÁS HIOJI NISHI DE SAN JACINTO, japonés, sacerdote dominico. Hijo de cristianos martirizados de Hirado, y discípulo de los jesuitas de Nagasaki. Expulsado de su país por la persecución, emigra a Manila en el año 1614. Estudiante en el Colegio de Santo Tomás, se traslada a las misiones de Taiwan, regresando posteriormente a su patria en plena persecución religiosa. Entre grandes peligros trabaja durante cinco años. Arrestado, es torturado y condenado a muerte. Edad, 44 años.


1637, (septiembre)

En el año 1636 los dominicos de Manila organizaron una expedición de voluntarios a fin de ayudar a los cristianos del Japón. Cuando llegaron a la isla de Okinawa fueron arrestados y permanecieron en la cárcel más de un año antes de ser trasladados y condenados a muerte por el tribunal de Nagasaki. Ellos son:

ANTONIO GONZÁLEZ, español, sacerdote dominico. Natural de León, se hace dominico en la Provincia de España y después se pasa a la Provincia del Rosario, trasladándose a Manila en 1631, en donde será profesor y rector del Colegio de Santo Tomás, siendo un hombre de mucha oración y penitencia. En 1636 guía un grupo de misioneros al Japón, donde es rápidamente arrestado y muere en la cárcel después de un año, extenuado por los tormentos. Edad, 45 años.

GUILLERMO COURTET o TOMAS DE S. DOMINGO, francés, sacerdote dominico. Nacido en Sérignan (Montpellier), de familia noble, ingresa como dominico en la Congregación reformada de San Luis, pasa a la Provincia del Rosario y se traslada a Filipinas, en 1634, en donde es profesor del Colegio de Santo Tomás. En Japón murió entre torturas elevando alabanzas a la Virgen del Rosario y recitando salmos. Edad, 47 años.

MIGUEL DE AOZARAZA, español, sacerdote dominico. Natural de Oñate (Guipúzcoa), ingresa como dominico en la provincia de España y posteriormente se pasa a la Provincia del Rosario. En Filipinas trabaja en la Misión de Bataan (Luzón). Refutó apostatar de su fe y aceptó con alegría tremendos suplicios. Edad, 39 años.

VICENTE SCHIWOZUKA DE LA CRUZ, japonés, sacerdote dominico. De familia cristiana, discípulo de los jesuitas de Nagasaki, catequista. En 1614 es expulsado del Japón por ser cristiano. En Manila se ordena de sacerdote y desarrolla su apostolado entre los exilados japoneses. Antes de regresar a su patria con el P. González, toma el hábito dominicano en 1636. Después de un año de cárcel y torturado cede a la apostasía, pero rápidamente se arrepiente y sale con los demás compañeros camino del patíbulo, profesando su fe.

LÁZARO DE KYOTO, japonés, laico. Atacado por la lepra, es deportado con otros leprosos cristianos en Filipinas. En 1636 se une como guía e intérprete del grupo del P. González; no resistiendo las torturas, reniega por pocas horas de la fe, pero arrepentido muere por Cristo junto a los demás.

LORENZO Ruiz, filipino, laico. Nacido en Binondo (Manila) de padre chino y madre filipina. Educado por los dominicos y ayudante de ellos, se hace miembro de la Confraternidad del Rosario. Se casa y es padre de tres hijos. Implicado en un oscuro hecho de sangre, se unió al grupo del P. González para salvarse. En Japón fue arrestado y se declaró dispuesto a dar mil veces la vida por Cristo. Es el Protomártir de Filipinas.


El milagro propuesto para la Canonización

Ocurrió en Manila el año 1983 por la invocación al grupo en favor de Cecilia Alegría Policarpio, niña de dos años, curada de forma completa y definitiva de una parálisis cerebral anatómica y funcional, sin ninguna terapia eficaz. El milagro ha sido reconocido por Juan Pablo II el 1 de junio de 1987.

Las razones de los perseguidores

" Los seguidores de Cristo, llegados imprevistamente en Japón, no solamente vienen trayendo mercancía en sus naves, sino también, sin permiso alguno, han extendido y propagado su malvada ley, destruyendo aquella buena y legítima y conspirando para derrocar el poder en nuestro país. Esto es el inicio de una gran calamidad, que con todo medio es necesario evitar. El Japón es un país shintoista y budista, que venera a los Dioses, honra a Buda y tiene en gran estima el camino de la benevolencia (confucionismo).

Los seguidores de los Padres (los cristianos) han desobedecido todos a las órdenes dadas por gobierno, despreciando la religión ... y destruyendo el bien. Viendo aquellos que deben ser ajusticiados (los mártires) se alegran y corren detrás de ellos, espontáneamente, los adoran y los saludan. Tal es el supremo ideal de esta religión. Si no se la prohibe inmediatamente, vendrán calamidades sin fin sobre el Estado. Que estos cristianos sean exterminados sin demora en todas las regiones del Japón, de forma que no tengan lugar donde poner sus pies o sus manos. Si alguno se atreviera a contravenir esta orden, sea castigado con la muerte". (Tomado del edicto de 1614, cuya doctrina es retomada substancialmente en los de 1633 y 1636).

domingo, 25 de septiembre de 2011

SAN CLEOFÁS DISCIPULO DEL SEÑOR


Dos veces aparece este nombre en los Evangelios. Una en San Lucas cuando habla de los dos discípulos que marchaban a Emaús y la otra en San Juan cuando habla de una "María, la mujer de Cleofás" que estaba presente en el Calvario, acompañando a la Virgen, la tarde en que fue crucificado y moría Jesús. Sin que pueda establecerse con certeza que estos dos personajes fueran marido y mujer, ya que varones llamados Cleofás debía haber bastantes en Jerusalén, sí parece que el esposo de esa María del Calvario debía ser un cristiano bastante conocido entre los discípulos, cuando San Juan escribe su evangelio y también que ambos estuvieron muy cerca de los acontecimientos que hoy narramos.

Es la alborada del Domingo. Unas mujeres enamoradas de Jesús quieren envolver en lienzos el cuerpo y poner perfumes preciosos, a la usanza judía, en el cadáver que no pudo prepararse con finura el viernes por la tarde cuando lo pusieron en el sepulcro. En aquel momento hubo tanto... tanto dolor y tan poco tiempo que la noche se echaba encima y solo pudieron improvisar. Hoy, pensaban, con la luminosidad del día, podremos demostrar con obras el amor que le tuvimos sin miedo a que sea un obstáculo el tiempo; sí, hoy será distinto.

El sepulcro está vacío, no tiene cuerpo dentro. Unos ángeles avisan que está vivo el muerto. Las mujeres, locas de alegría, nerviosas, corren y transmiten la nueva a los discípulos. Pedro y los demás no pueden creer ese inusitado acaecimiento.

La distancia de Jerusalén a Emaús es de algo más de diez kilómetros. Hacia Emaús caminan ese mismo día dos discípulos del Maestro. Uno de ellos responde al nombre de Cleofás. Van comentando entre ellos los acontecimientos del fracaso de Jesús en los días pasados. Como los hombres también lloran, aún mantienen sus ojos la hinchazón y rojez de abundantes lágrimas derramadas a moco tendido no hace mucho tiempo, quizá cuando se despidieron de sus compañeros. Las pisadas son pesadas porque llevan la amargura en el pecho. Son tantos años juntos, tantas ilusiones truncadas, tantas promesas secas, tantas alegrías cegadas... hasta los proyectos del Reino se esfumaron con los clavos, la cruz y la lanza. Con Jesús muerto mal se anda.

Se les unió un caminante como compañero de camino. Ellos temían "ofuscada la mirada". Al preguntar qué les pasa, Cleofás con tono enojado casi le regañó por no estar al día de lo que ha pasado en la Ciudad Santa. Cuando resumen los hechos tan trágicos e impresionantes, el viajero les recordó que ya estaba previsto por los profetas.

Al acercarse a la aldea, el caminante hace intención de proseguir. Cleofás y su amigo le insistieron: "Quédate con nosotros, que el día ya declina". El caminante accedió, entró con ellos en la casa, se sentó a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió en trozos, y se lo dio. En este instante le reconocieron.

Ahora, desandar lo andado para decirle a los hermanos que las mujeres mañaneras tenían razón no es pesado, es alegría; avanzan en la noche tan seguros como a pleno día porque lucen mucho las estrellas, los pasos se han tornado ágiles y firmes, el corazón late con fuerza, el gozo se ha hecho vida. Notan la vehemencia de decir pronto a los otros que Jesús sí es el Mesías. Con Jesús Vivo bien se camina.

sábado, 24 de septiembre de 2011

MARÍA Y PEDRO NOLASCO



Nuestra Señora de la Merced
Advocación Mariana, 24 de septiembre
Autor: Jesús Martí Ballester | Fuente:

Patrona de Barcelona
y de República Dominicana

En castellano se le ha llamado en plural, Virgen de las Mercedes, que no corresponde con el sentido originario de la advocación.

El significado del título "Merced" es ante todo "misericordia". La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso.

MARÍA Y PEDRO NOLASCO

Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos a África. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos perdían la fe pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos. Recordaba la frase del evangelio: "No almacenéis vuestra fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe. Almacenad en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que las dañe" (Mt 6,20).

Año 1203. El laico, Pedro Nolasco inicia en Valencia la redención de cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman cofradías-para recaudar la "limosna para los cautivos". Pero llega un momento en que la ayuda se agota y Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración profunda.

LE RESPONDE LA VIRGEN

Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde la Virgen que funde una congregación liberadora. La noche del 1 al 2 de agosto de 1218, la Virgen se les apareció a Pedro Nolasco, a Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a cada uno su deseo de fundar una congregación para redimir cautivos. La Virgen María movió el corazón de Pedro Nolasco para formalizar el trabajo que el y sus compañeros estaban ya haciendo. La Virgen llama a Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación de los cautivos de los musulmanes, expuestos a perder la fe. Nolasco le dice a María:

-¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mi?:

-“Yo soy María, la que le dio la carne al Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy la que recibió la profecía de Simeón, cuando ofrecí a mi Hijo en el templo:”Mira que éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de contradicción: y a ti misma una espada vendrá a atravesarte por el alma”:

-¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer que tú me mandas?:

-“No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde esta congregaciónn en honor mío; será una familia cuyos hermanos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel y serán signo de contradicción para muchos."

LA INSTITUCION NUEVA

Pedro Nolasco, funda la congregación, apoyado por el Rey Jaime I de Aragón, el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort. Su espiritualidad se fundamenta en Jesús, el liberador de la humanidad y en la Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora. En el capítulo general de 1272, los frailes toman el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, mercedarios. El Padre Antonio Quexal, siendo general de la Merced en 1406, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra orden".

EN LA CATEDRAL DE BARCELONA

El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la Catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou, se crea la nueva institución. Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. Pedro Nolasco reconoció siempre a María Santísima como la auténtica fundadora de la congregación mercedaria.

LA VIRGEN DE LA MERCED, LA FUNDADORA

El título mariano de la Merced tiene su origen en Barcelona, España, cuando muchos eran cautivos de los moros y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder la fe . La Virgen de La Merced, manifesta su misericordia por para atenderlos y liberarlos. La talla de la imagen de la Merced venerada en la basílica de la Merced de Barcelona es del siglo XIV, de estilo sedente, como las románicas. He subido piadosamente a su camarín y he comprobado su aspecto imponente por su talla extraordinaria e impresionante. El año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia el 24 de septiembre.

ACTUALIDAD DEL CARISMA

El carisma mercedario de liberar a los cautivos sigue siendo tan necesario como siempre. María ofreció todo su ser para que viva el Hijo de Dios encarnado. En el cántico del Magníficat (Lc 1, 46), María expresa la liberación de Dios. El Papa Juan Pablo II dijo que "María es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad". La Virgen continúa velando por sus hijos cautivos de Satanás (LG 62) y nos pide nuestra cooperación. Nosotros debemos dar nuestra vida para que su Hijo viva en nosotros y así pueda liberar a nuestros hermanos. Ella nos enseñará como hacerlo.

DIOS PADRE DE MISERICORDIA, MARÍA MADRE DE MISERICORDIA.

Dios es Padre de Misericordia, María es Madre de Misericordia. Ella refleja la misericordia de Dios, sufriéndolo todo por sus hijos. Los cristianos debemos también reflejar la misericordia de Dios sufriéndolo todo por amor. "Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, las entrañas de la Madre de Dios" - Las obras de misericordia que la Virgen pidió incluyen la visita, el acompañamiento y la ayuda a los que salen de la cárcel.

UNA CONGREEGACION LAICAL

Así fue en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real. en Barcelona. Allí recogían a indigentes y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían donde ir. Seguían la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar dinero para liberarlos. Salían cada año en expediciones redentoras. San Pedro continuó sus viajes personalmente en busca de esclavos cristianos. En Argelia, África, lo hicieron prisionero pero logró conseguir su libertad. Aprovechando sus dones de comerciante, organizó con éxito por muchas ciudades colectas para los esclavos.

CUARTO VOTO

Además de los tres votos de la vida religiosa, pobreza, castidad y obediencia, hacían un cuarto voto: dedicar su vida a liberar esclavos. Se comprometían a quedarse en lugar de algún cautivo que estuviese en peligro de perder la fe, cuando el dinero no alcanzara a pagar su redención. Así lo hizo San Pedro Ermengol, un noble que entró en la orden tras una juventud disoluta. Este cuarto voto distinguió a la nueva comunidad de mercedarios. El Papa Gregorio IX aprobó la comunidad y San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General. El rey Jaime decía que la conquista de Valencia, se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Cada triunfo que obtenía lo atribuía a sus oraciones.

DESCANSA YA, SIERVO BUENO Y FIEL

Pedro Nolasco, a los 77 años, pronunció el Salmo 76: "Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados". y se durmió en el regazo de la Virgen. Su intercesión logró muchos milagros y fue canonizado en 1628.

En el año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre.

viernes, 23 de septiembre de 2011

SAN PÍO DE PIETRELCINA PRESBÍTERO CAPUCHINO







Un hombre de oración y sufrimiento

Martirologio Romano: San Pío de Pietrelcina (Francisco) Forgione, presbítero de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, que en el convento de San Giovanni Rotondo, en Apulia, se dedicó a la dirección espiritual de los fieles y a la reconciliación de los penitentes, mostrando una atención particular hacia los pobres y necesitados, terminando en este día su peregrinación terrena y configurándose con Cristo crucificado (1968)

"Siempre humíllense amorosamente ante Dios y ante los hombres. Porque Dios le habla a aquellos que son verdaderamente humildes de corazón, y los enriquece con grandes dones."

San Giovanni Rotondo, Italia.

En un convento de la Hermandad de los Capuchinos, en la ladera del monte Gargano, vivió por muchísimos años el que probablemente fuera el Sacerdote Místico más destacado del siglo XX, a punto actualmente de ser declarado Santo por el Vaticano. El Padre Pío, nacido en Pietrelcina en 1887, fue un hombre rico en manifestaciones de su santidad. Enorme cantidad de milagros rodearon su vida, testimoniados por miles de personas que durante décadas concurrieron allí a confesarse. Sus Misas, a decir de los concurrentes, recordaban en forma vívida el Sacrificio y Muerte del Señor a través de la entrega con que el Padre Pío celebraba cada Eucaristía.

Es notable su carisma de bilocación: la capacidad de estar presente en dos lugares al mismo tiempo, a miles de kilómetros de distancia muchas veces. El Padre Pío raramente abandonó San Giovanni Rotondo; sin embargo se lo ha visto y testimoniado curando almas y cuerpos en diversos lugares del mundo en distintas épocas. También tenía el don de ver las almas: confesarse con el Padre Pío era desnudarse ante Dios, ya que él decía los pecados y relataba las conciencias a sus sorprendidos feligreses (a veces con gran dureza y enojo, ya que tenía un fuerte carácter, especialmente cuando se ofendía seriamente a Dios). Tenía también el don de la sanación (a través de sus manos Jesús curó a muchísima gente, tanto física como espiritualmente) y el don de la profecía (anticipó hechos que luego se cumplieron al pie de la letra).

Vivió rodeado de la Presencia de Jesús y María, pero también de Santos y Angeles, y de almas que buscaban su oración, para subir desde el Purgatorio al Cielo. Pero su gracia más grande radicó, sin duda alguna, en sus estigmas: en 1918 recibe las cinco Llagas de Cristo en sus manos, en sus pies y en su costado izquierdo. Estas llagas sangraron toda su vida, aproximadamente una taza de té por día, hasta su muerte ocurrida en 1968. Múltiples estudios médicos y científicos se realizaron sobre sus Estigmas, no encontrándose nunca explicación alguna a su presencia u origen.

Su sangre y cuerpo emanaban un aroma celestial, a flores diversas, que acariciaba no solo a los asistentes a sus Misas, sino también a quienes se encontraban con él en otras ciudades del mundo, a través de sus dones de bilocación. Vivió sufriendo ataques del demonio, tanto físicos como espirituales, que se multiplicaron a medida que las conversiones y la fe crecían a su alrededor.

En diciembre de 2001 el Vaticano emite el decreto que aprueba los milagros necesarios para canonizar a nuestro héroe, San Pío de Pietrelcina y fué canonizado el 16 de julio de 2002.

Vivimos en un mundo que niega lo sobrenatural, se aferra a lo material y a todo lo que pueda ser explicado a través de la razón, o percibido por los sentidos. Sin embargo, Dios prescinde de nuestra razón y de nuestros sentidos, a la hora de someternos a las pruebas de nuestra fe. De cuando en cuando nos prodiga con regalos del mundo sobrenatural, a través del testimonio y el acceso a la divinidad de los seres Celestiales. El Padre Pío es una puerta abierta a Cristo, a María, a los ángeles y los santos. Es también un testimonio de la pequeñez del ser humano y una invitación a creer y dejar de buscar explicación a los hechos de la Divina Providencia (la voluntad de Dios), sino simplemente a unir nuestra voluntad a la de Dios, y ser lisa y llanamente su instrumento, como el Padre Pío lo fue.

La vida entera del Padre Pío no puede ser explicada a través de la razón o la lógica humana. La fe y fuerza del Santo del Gargano dan por tierra con todas las escuelas filosóficas terrenales, dejando una sola salida a todo intento de crecimiento del hombre: el encuentro con el Dios eterno, el que nos mira desde lo alto y nos pide, por medio de Su infinita Misericordia, que nos entreguemos simplemente a Su Voluntad. La negación de nuestro yo (la muerte de nuestro ego), se constituye en la principal meta de nuestra evolución, porque SÓLO DIOS ES !

Debemos negarnos


a nosotros mismos y vivir para y por Él. El Padre Pío vivió en la más absoluta humildad y negación de sí mismo, y miren los prodigios que Jesús hizo a través suyo !

Padre Pio parte 1
Padre Pio parte 2

miércoles, 21 de septiembre de 2011

SAN MATEO APOSTOL Y EVANGELISTA

EVANGELIO Mt 9, 9-13

Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús, que había oído, respondió: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: “Prefiero la misericordia al sacrificio”. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Palabra del Señor.

SAN MATEO.
Nació en Cafarnaún, y, cuando Jesús lo llamó, ejercía el oficio de recaudador de impuestos. Escribió el evangelio en lengua aramea y, según la tradición, predicó en Oriente.

San Mateo es llamado por dos Evangelistas: Levi, ambos nombres son de origen Judíos. El último lo obtuvo antes de su conversión, el otro lo tomo después, para mostrar la renuncia a su profesión y que era un hombre nuevo. Hijo de Alfeo, vivió en Cafarnaun, en el lago de Galilea.

Fue por profesión un publicano, o colector de impuestos para los Romanos. Entre los Judíos, estos publicanos fueron mas infames y odiosos porque esta nación los miraba como enemigos de su privilegio de libertad natural que Dios les había dado, y como personas manchadas por su conversación frecuente y asociación con los paganos, y la esclavización sobre sus compatriotas. Los Judíos los aborrecían universalmente, veían sus propiedades o dinero como fortunas de ladrones , les prohibieron su comunión y participación en su actividades religiosas, al igual que de todos eventos de la sociedad cívica y de comercio. Tertuliano esta ciertamente equivocado cuando afirma que solo los gentiles fueron empleados en este oficio sórdido demuestra en varios pasajes de los evangelios. Y es cierto que San Mateo fue Judío, aunque un publicano.

Su oficio dice haber consistido particularmente en acumular costumbres de comodidades que vinieron por el Genesareth o Tiberias, y un peaje que los pasajeros pagaban al venir por agua; San Marcos dice que San Mateo mantuvo su oficio de cobro de peaje al lado del lago, donde él se sentaba. Jesús, habiendo últimamente curado un paralítico famoso, salio de Cafarnaúm, y camino sobre los bancos del lago o mar de Genesareth, enseñando las personas que le seguían. Aquí el observó a Mateo que realizaba su trabajo de cobro de peaje a quien el llamo a venir y a seguirle. El hombre era rico, disfrutaba de un sueldo lucrativo, era un hombre sabio y prudente, y entendía perfectamente lo que seguir a Jesús le costaría. Pero el no tuvo miramientos y dejo todos sus intereses y relaciones para hacerse un discipular del Señor. No sabemos si el ya estaba relacionado con la persona o doctrina de nuestro Salvador, especialmente como estaba cerca de Cafarnaúm, y su casa parece haber sido en la ciudad, donde Cristo había vivido por algún tiempo, había predicado y hechos muchos milagros, por lo cual el estaba en algún medido preparando a recibir la impresión que el llamado de Jesús había hecho sobre el.

San Jerónimo dice que un cierto aire de majestad brillaron en la continencia de Nuestro Divino Redentor, y traspaso su alma y lo atrajo fuertemente. Este apóstol, a la primera invitación, rompió todas ataduras; dejo sus riquezas, su familia, su preocupaciones del mundo, sus placeres, y su profesión. Su conversión fue sincera y perfecta. San Mateo nunca regreso a su oficio porque era una profesión peligrosa, y una ocasión de avaricia, opresión, y extorsión. San Mateo, al convertirse, para mostrar que no estaba descontento con su cambio, pero que lo miraba como su mas gran felicidad, entretuvo a Nuestro Señor y sus discípulos en una gran comida en su casa a donde invito sus amigos, especialmente los de su ultima profesión, como si esperaba que por medio de la divina conversación de Nuestro Salvador, ellos también quizás sean convertidos.

Después de la ascensión de Nuestro Señor, San Mateo predicó por varios años en Judea y en los países cercanos hasta la dispersión de los apóstoles. Un poco antes de la dispersión escribió su evangelio, o pequeña historia de Nuestro Bendito Redentor. Que la compilo antes de su dispersión aparece no solo porque fue escrito antes de los otros evangelios, sino también el Apóstol San Bartolome se llevo una copia con él a la India, y la dejo allí. San Mateo escribo su evangelio para satisfacer los conversos de Palestina. El Evangelio de San Mateo desciende a un detalle mas particular y completo en las acciones de Cristo que los otros tres, pero desde el Capitulo V al XIV el frecuentemente se distingue de los otros en la serie de su narrativos, ignorando el orden del tiempo, para que esas instrucciones que tienen mas afinidad una con la otra, estén relacionadas juntas. Este evangelista mas bien enfoca sobre las lecciones de moralidad de Nuestro Salvador, y describe su temporal o generación humana, en que las promesas hechas a Abraham y David respecto al nacimiento del Mesías de su semilla fueron realizados; tal argumento inducía de manera particular a los Judíos para que creyeran en Él.

San Mateo, después de haber hecho una gran cosecha de almas en Judea, fue a predicar la fe a las naciones barbaras e incivilizadas del Este.

Era una persona muy devota a la contemplación celestial y llevaba una vida austera, usando una dieta muy rigurosa; pues no comía carne en vez satisfacía su apetito con hierbas, raíces, semillas.

Dios le abrió el País de los Persas. Rufinus y Sócrates nos dicen que el llevo el evangelio a Etiopía, significando probablemente las partes Sur y Este de Asia.

Venantus Fortunatus relata que el sufrió el martirio en Nudubaz, una ciudad en esas partes. Dorotheus dice que el fue honorablemente enterrado en Hierapolis en Porthia. Sus reliquias fueron traídas al Oeste. El Papa Gregorio VII, en una carta al Obispo de Salerno en 1080, testifica que fueron guardados en una iglesia que tenia el nombre de la ciudad. Todavía están en este lugar.

(Fuente: corazones.org)

Predicó entre los judíos por 15 años, incluyendo posiblemente a los judíos de Etiopía, Africa. Murió mártir.

sábado, 17 de septiembre de 2011

SAN JOSÉ DE CUPERTINO 1603-1663


Fray Asno, como se llamaba a sí mismo, y como le llamaban los demás cuando no le colgaban sambenitos peores. Porque era una calamidad, una de las personas más inútiles que se había visto en cualquiera de los conventos por los que pasó; los capuchinos, que tuvieron la debilidad de aceptarle, acabaron por deshacerse de él, y los franciscanos, con quienes se quedó, se hacían lenguas de aquel caso inaudito de bobería.

El niño José Desa - San José de Cupertino -nació en la aldea napolitana de Cupertino. Nació en un establo, ya que su madre, Francisca, tuvo que refugiarse allí, a causa del embargo por no poder pagar la vivienda. Su madre lo educó con dureza y alguna noche tuvo que dormir en el atrio de la iglesia como castigo. Esto le proporcionó gran fortaleza de carácter.

Muy ignorante, a duras penas sabía leer y escribir, cerrado de mollera y además torpe y de una manera exasperante: todo se le caía, todo lo rompía, aprender los trabajos más sencillos le costaba meses (se dice que le llevó mucho tiempo distinguir el pan blanco del negro). Personaje simplón y ridículo, además de enfermizo y enclenque.

Cómo pudo ordenarse fue un milagro de la Providencia; Fray Asno sólo sabía obedecer, ser humilde, paciente, enamorado de Dios y devotísimo de la Virgen. Pero si era negado para los estudios, a su alrededor florecían prodigios que atraían a multitudes y despertaban las suspicacias de la Inquisición. ¡Qué fraile más raro!

¡Un hombre que estaba continuamente en éxtasis y que en sus arrobos se elevaba en el aire ante multitud de testigos! Oía pronunciar el nombre de Jesús o de María, y fray José levantaba el vuelo, posándose a veces de rodillas sobre la rama de un árbol, de donde volvía a bajar sereno e imperturbable.

«Si no hubiera existido, nadie hubiera sido capaz de inventarlo», dice de él Ernest Hello. Es el funámbulo de la santidad cuya falta de lastre humano le hacía habitual la levitación. Patrón de los parias, de los que no sirven para nada, de los que no tocan con los pies en el suelo, santo aéreo que con su vida quizá nos reproche ser tan útiles, hábiles y listos como nos empeñamos en parecer. Celebraba la Misa con extraordinario fervor. Era la admiración de todos. Al llegar la hora de su muerte, de la que había recibido aviso, recibió el viático con transportes de alegría.

Sus últimas palabras fueron para la Virgen: Monstra te esse Matrem. Muestra que eres mi Madre. El 18 de septiembre de 1663 entregó su alma a Dios. Contaban los frailes que aquel perfume milagroso que indicaba su presencia en los conventos, se difundió ahora y duró muchos años.

San José de Cupertino asistió a la muerte de su madre en su pueblo natal sin abandonar el convento de Asís donde residía. Estando ella a punto de expirar gritó con gran acento de dolor: "¡Oh Fray José, hijo mío, ya no te veré más!" Al instante apareció una gran luz que iluminó la habitación, y la moribunda, viendo a su hijo, gritó de nuevo llena de júbilo: "¡ Oh Fray José, hijo mío!". Al mismo tiempo el bienaventurado se encontraba en Asís; salía llorando de su celda, encaminándose a la Iglesia a orar. El padre guardián le encontró y le preguntó la causa de su llanto. Su respuesta fue: "Mi pobre madre acaba de morir". La carta que llegó muy pronto confirmó la noticia; pero también se supo que el Santo había asistido personalmente a su madre moribunda. Todos estos hechos constan en el proceso de beatificación.

http://gloria.tv/?media=36797 PELICULA DE SAN JOSE DE CUPERTINO

lunes, 12 de septiembre de 2011

MARÍA VICTORIA DE FORNARI-STRATA BEATA


Poco después de su muerte, la Beata María Victoria de Fornari-Strata se apareció a una devota suya usando tres vestidos: el primero era de color oscuro, pero adornado con oro y plata; el segundo también era oscuro, pero adornado con joyas brillantes; el tercero era blanco? azul reluciente. Esta visión, prescindiendo de su historicidad, sintetiza los tres estados de vida (conyugal, viudez y religioso) por los que ella pasó: fue, efectivamente, hija, esposa, madre, viuda y religiosa (fundadora, superiora y simple monja). Su vida ejemplar dio testimonio de las más variadas virtudes.

María Victoria nació en Génova en 1562, séptima de nueve hijos de Jerónimo y Bárbara Veneroso. Como creció en un ambiente de amor y de piedad bastante austero, probablemente quiso entrar en la vida religiosa, pero cuando los padres le encontraron un pretendiente en la persona de Ángel Strata, se unió a él en matrimonio a los 17 años. Pronto llegaron los hijos. Cuando Ángel murió, sólo ocho años y ocho meses después del matrimonio, cinco muchachitos se agarraban a las faldas de la joven madre (tenía 25 años) y un sexto nacería un mes después.

A pesar de sus hijos, María Victoria se sintió de repente sola y abandonada y pasó por una tremenda crisis, durante la cual pidió varias veces la muerte: una experiencia humana que después le ayudaría a comprender y a ayudar mejor a las jóvenes desorientadas por alguna amarga prueba. Pasada la crisis, hizo tres votos: de castidad, de no llevar nunca joyas ni vestidos de seda, y de no participar en fiestas mundanas.

Después que las hijas se hicieron canónigas lateranenses y los hijos entraron con los mínimos, ella se unió a Vicentina Lomellini-Centurione, a María Tacchini, a Clara Spinola y a Cecilia Pastori en la Orden de las Hermanas Anunciatas Celestes, en el monasterio preparado para ellas en el Castillito de Génova de Esteban Centurione, el esposo de Vicentina, que también se hizo religioso y sacerdote. Por su hábito las religiosas fueron llamadas “turquinas” o “celestes”.

La Regla, redactada por el jesuita Bernardino Zanoni, padre espiritual de María Victoria, estimulaba a las religiosas a una íntima devoción hacia la Santísima Virgen de la Anunciación, y establecía una intensa vida de piedad, de pobreza genuina y una rigurosa clausura. Fundadora y superiora, María Victoria pasó los últimos cinco años como simple religiosa, dando ejemplo de humildad y obediencia.

Murió el 15 de diciembre de 1617, y fue beatificada por León XII en 1828.

BEATA MARIA DE JESÚS LÓPEZ RIVAS, virgen, 1560-1640


"El letradillo"- como la llamará la gran doctora Teresa de Jesús y así lo seguirán haciendo todos los historiadores - nació en Tartanedo (Guadalajara) el 18 de agosto de 1560.

Pronto llegaron pruebas a su corazón, ya que siendo todavía muy niña, murió su padre y se vio obligada a emigrar a Molina de Aragón, al lado de sus abuelos paternos. Aquí creció en edad y formación cristiana, ya que ellos vivían muy seriamente la fe de Jesucristo. La niña María conoció desde muy jovencita al Padre Castro, jesuita, quien la encaminó hacia el Carmelo.

No disfrutó nunca de buena salud y esto le hizo pasar muchos apuros y no pocos desdenes hasta de las mismas religiosas que no querían ligarse con una enferma para siempre. Pero intervino la Madre Teresa y dijo al recibirla y ofrecerla a la Comunidad de Toledo en 1577: "Hijas mías, les envío esta hija mía con cinco mil ducados de dote, pero hágoles saber que ella es tal, que cincuenta mil diera yo de muy buena gana. Mírenmela no como a las demás, porque espero en Dios que ha de ser un prodigio". No sabemos si es auténtica o no esta carta de la gran Doctora, pero si una cosa es cierta: tenía en alto concepto la santa Madre a esta hija de Tartanedo.

A pesar de sus enfermedades vistió el hábito de carmelita el 12 de agosto de 1577 e hizo la profesión el 8 de septiembre de 1578.

Santa Teresa llegó a calar profundamente en su alma y veía en ella ricos quilates que sabía darían su fruto en el futuro. No se equivocó. La misma Santa dijo en otra ocasión: "Estoy segura que será más dichoso el convento que la tenga que todos los demás, porque aun cuando sea para estar en cama toda la vida, la quiero tener en mi casa".

Las enfermedades que siempre la aquejaron no acortaron su vida ya que murió muy anciana, a pesar de haber vivido con todo su rigor la dura vida de carmelita contemplativa y de haber trabajado duramente a lo largo de toda su vida. Nunca aceptaba dispensas de ninguna clase.

Como muy bien decía la santa Madre, la enfermedad que más la aquejaba era la "enfermedad del amor" que sentía tan hondo y grande por el Señor.

Desempeñó varios cargos: sacristana, enfermera, maestra de novicias, priora, subpriora, etc... y todos estos cargos los desempeñó con gran entrega y caridad. Todos acudían a ella para pedirle consejo y la amaban con toda su alma. La misma Madre Teresa en más de una ocasión acudió a ella para que le solucionara algunas dificultades que tenía sobre la vida de oración y siempre encontró en Hermana María de Jesús luz y sabia orientación. Por ello la bautizó con el cariñoso nombre de "mi letradiIlo": Así debe ser como dices, "letradillo mío".

Era un alma sencilla y de un candor angelical. Fue muy amada del Señor que le infundió gracias y carismas extraordinarios de todo tipo pero sobre todo le hizo vivir las maravillas de la vida contemplativa en la que llegó a hacer grandes progresos.

Sus devociones predilectas fueron el Sagrado Corazón de Jesús, el Santísimo Sacramento y la Virgen María, especialmente en el misterio de la Asunción.

El famoso P. Jerónimo Gracián (+ 1614) que la conoció y trató mucho, veintiséis años antes de morir ella ya la elogió grandemente en su obra Peregrinación de Anastasio. Murió el 13 de septiembre de 1640. Fue beatificada el 14 de noviembre de 1976.

sábado, 10 de septiembre de 2011

MARTIRES DE JAPÓN



Autor: Xavier Villalta
Sebastían Kimura y 51 compañeros, Beatos
Mártires en Japón, 10 de septiembre
Sebastían Kimura y 51 compañeros, Beatos
Sebastían Kimura y 51 compañeros, Beatos

Mártires

Martirologio Romano: En Nagasaki, de Japón, beatos Sebastián Kimura, de la Compañía de Jesús, Francisco Morales, de la Orden de Predicadores, presbíteros, y cincuenta compañeros mártires, entre sacerdotes, religiosos, matrimonios, jóvenes, catequistas, viudas y niños, todos los cuales murieron por Cristo, martirizados con crueles tormentos en una colina ante ingente multitud (1622).

Fecha de beatificación: El 7 de julio del año 1867, el papa Pío IX beatificó a 205 mártires en Japón, hoy recordamos al grupo que recibió la palma del martirio el 10 de septiembre de 1622.

Los cincuenta compañeros son:
Beato Angel Orsucci, presbítero dominico,
Beato Alfonso de Mena, presbítero dominico,
Beato José de San Jacinto de Salvanés, presbítero dominico,
Beato Jacinto Orfanel, presbítero dominico,
Beatos Domingo del Rosario y Alejo, religiosos dominico;
Beato Ricardo de Santa Ana, presbítero de la Orden de Hermanos Menores,
Beato Pedro de Avila, presbítero de la Orden de Hermanos Menores,
y Beato Vicente de San José, religioso de la Orden de Hermanos Menores;
Beato Carlos Espínola, presbítero jesuita,
y Beato Gonzalo Fusai, religioso jesuita,
Antonio Kiuni, religioso jesuita,
Beato Tomás del Rosario, religioso jesuita,
Beato Tomás Akahoshi, religioso jesuita,
Beato Pedro Sampo, religioso jesuita,
Beato Miguel Shumpo, religioso jesuita,
Beato Luis Kawara, religioso jesuita,
Beato Juan Chugoku, religioso jesuita;
Beato León de Satsuma,
Beato Lucía de Freitas;
Beatos Antonio Sanga, catequista, y Magdalena, cónyuges;
Beatos Antonio Coreano, catequista, y María, cónyuges, con sus hijos Juan y Pedro;
Beatos Pablo Nagaishi y Tecla, cónyuges, con su hijo Pedro;
Beatos Pablo Tanaka y María, cónyuges;
Beatos Domingo Yamada y Clara, cónyuges;
Beatos Isabel Fernández, viuda del beato Domingo Jorge, con su hijo Ignacio;
Beata María, viuda del beato Andrés Tokuan;
Beata Inés, viuda del beato Cosme Takeya;
Beat María, viuda del beato Juan Shoun;
Beata Dominica Ogata,
Beata María Tanaura,
Beatas Apolonia y Catalina, viudas;
Beato Domingo Nakano, hijo del beato Matías Nakano;
Beato Bartolomé Kawano Shichiemon;
Beatos Damián Yamichi Tanda y su hijo Miguel;
Beato Tomás Shichiro,
Beato Rufo Ishimoto;
Beatos Clemente (Bosio) Vom y su hijo Antonio.
PADRE SEBASTIÁN KIMURA

El beato Sebastián Kimura era descendiente de uno de los primeros convertidos y bautizados en Hirado por san Francesco Javier y pariente de otros dos mártires japoneses, Leonardo y Antonio, quienes también llegarían a ser beatificados.

Kimura nació en Firando en el 1565 en una familia convertida al catolicismo, al ser bautizado recibió el nombre de Sebastián. A partir de los 11 años, se dedicó al servicio de la iglesia de los Jesuitas en la ciudad de Firando, luego fue enviado a Bungo al Seminario Jesuita; cuando contaba ya con 19 años solicitó y consiguió ser admitido en la orden de San Ignacio. Siendo seminarista fue catequista en Meaco y en el distrito del Scimo, luego se trasladó al colegio de Macao en China para estudiar teología.

En el septiembre de 1601, volvió a Japón, y fue ordenado sacerdote en Nagasaki, el primero en ser ordenado en Japón, y pronto se conoció que estaba dotado de una sobresaliente elocuencia.

Cuando arreció la segunda feroz persecución contra los cristianos, el Padre Kimura demostró ser muy hábil para el camuflaje y el disfraz y así evitar ser detectado por los espías, entre sus variados personajes constan los de: soldado, comerciante, campesino, verdulero y médico. De este modo logró penetrar hasta en los lugares más peligrosos de las cárceles para confortar a los futuros mártires.

Al conocerse que estaba siendo investigado, el Padre Provincial de los jesuitas, le exhorta a alejarse lo más pronto posible de Nagasaki, pero fue demasiado tarde, el 30 de junio de 1621, traicionado por una esclava coreana, el padre Kimura fue detenido mientras era huésped en casa del católico Antonio de Corea, con él también fueron aprendidos sus catequistas y encerrados en la prisión de Suzuta, dónde ya estaba como prisionero por cuatro años, padre Carlo Spinola (1564 -1622) y cuatro novicios.

Las condiciones de vida de los prisioneros eran terribles, la cárcel se encontraba sobre una cumbre montañosa, helada y expuesta a todos los vientos, les fue dada una sola manta para todos, como alimento tan sólo un poco de arroz y dos sardinas, apenas lo justo para mantenerlos con vida pero sin saciar el hambre. Las condiciones higiénicas también eran miserables, no podían lavar ni un paño y tampoco contaban con un poco de sol.

El período pasado en esta terrible cárcel, lo vivieron apoyados en la oración, penitencia y en fervorosas charlas espirituales.

Por fin el 9 de septiembre de 1622 llegó el orden de trasladar los prisioneros a Nagasaki al grupo de prisioneros integrado por el padre Kimura, el padre Spinola y otros 22 católicos entre novicios y fieles, quienes ya habían sido condenados a muertas por el gobernador Gourocu. Este grupo fue unido a otros procedentes de cárceles locales y transportados en barcos hasta Nagaic y de allí sobre mulos hasta la cima de las colinas que dominan Nagasaki, dónde ya estaban listos los palos y la leña para quemarlos vivos.

PADRE RICARDO DE SANTA ANA

Nació en Ham-sur-Heure (Bélgica) el año 1585. Siendo muy niño, en las afueras de su pueblo lo atacó un lobo, y salvó la vida gracias a la intercesión de Santa Ana, Madre de la Virgen María, a la que había invocado la madre del niño. Pronto se trasladó a Bruselas para aprender el oficio de sastre. A los diecinueve años de edad, a raíz de la crisis que le provocó la trágica muerte de un compañero suyo, entró en la Orden Franciscana en el convento recoleto de Nivelles, provincia del Brabante valón. Cumplido el año de noviciado, profesó la Regla de San Francisco como religioso laico el 13 de abril de 1605, cambiándose el nombre de Lamberto por el de Ricardo.

Estando en Roma, adonde lo habían enviado los superiores para hacer algunas gestiones, conoció en el convento de Aracoeli a Fr. Juan Pobre de Zamora, y, al oír el relato de los frailes que habían sido martirizados en Japón, se entusiasmó y pidió licencia para unirse también él al grupo de frailes destinados a las misiones de Oriente. Acompañó a Fr. Juan en su regreso a España, donde se afilió a la Provincia descalza de San José como el medio más a propósito para pasar a las Filipinas. En 1607 salió de España y, después de una larga permanencia en México, llegó a Manila en 1609 ó 1611. Poco después, el P. Provincial, viendo el talento de Fr. Ricardo y sabiendo que ya había hecho algunos estudios, le mandó que completara la carrera eclesiástica. No sabemos con seguridad si la ordenación sacerdotal la recibió en Filipinas o en México.

Ya sacerdote, hizo su primera entrada en Japón el año 1613. Pero en diciembre del mismo año, el ex-shogun Ieyasu dio un decreto por el que desterraba del imperio a todos los misioneros, decreto que empezó a ponerse en práctica en febrero de 1614. La mayor parte de los religiosos y algunos cristianos japoneses significados embarcaron unos para Macao y otros para Manila, y entre éstos últimos iba Fr. Ricardo. En la capital filipina, habida cuenta de sus virtudes y de sus condiciones personales, lo nombraron sacristán del convento de San Francisco y luego confesor y maestro de novicios.

En 1617 volvió a Japón para atender y confortar desde la clandestinidad a los cristianos. Sufrió lo indecible por la estricta y cruel persecución de que eran objeto los misioneros, que tenían que buscar refugio en montes, bosques, cavernas, hornos o espacios angostos de las casas donde nadie pudiera encontrarlos, sabiendo que quienes los acogían se exponían a su vez a perder sus bienes y hasta la propia vida. Además, tenían que cuidarse mucho de los cristianos renegados. Y precisamente, uno de éstos, a los que prestaba particular atención con el fin de reintegrarlos en la Iglesia, lo denunció a las autoridades, las cuales lo encontraron, gravemente enfermo, en casa de la beata Lucía Freitas el día 4 de noviembre de 1621 y lo llevaron a la cárcel de Nagasaki, donde coincidió con Fr. Pedro de Ávila y Fr. Vicente de San José entre otros. Al mes siguiente los trasladaron a la no menos nauseabunda cárcel de Omura, donde se encontraron con muchos compañeros de su Religión, entre ellos el beato Apolinar Franco, y de otras Órdenes. En medio de las penalidades de todo género que tenían que soportar, los frailes se ayudaban y confortaban unos a otros y trataban de llevar una vida lo más semejante posible a la de cualquiera de sus conventos.

El 27 de agosto de 1622 entró en la cárcel uno de los gobernadores de Omura para cerciorarse del número y nombre de los presos, después de lo cual mandó redoblar los centinelas; era un mal presagio para las víctimas. Y el 9 de septiembre siguiente fueron a la misma cárcel varios jueces para intentar una vez más que los prisioneros abjuraran de su fe; pero no hicieron mella en los misioneros ni los halagos ni la suerte que habían corrido días antes los beatos Luis Flores y Pedro de Zúñiga, por lo que, viéndoles cada vea más firmes en su fidelidad a Cristo, determinaron ya quiénes habían de ser sacrificados en Nagasaki y quiénes en Omura. Cuando les notificaron la sentencia que los condenaba a morir en el reino en que habían sido detenidos, los misioneros redoblaron la ayuda mutua y las alabanzas y acción de gracias al Señor, aunque tristes porque los iban a separar a la hora del sacrificio. Mientras llegaba la hora suprema, se exhortaban y se confesaban unos a otros.

PADRE PEDRO DE ÁVILA

Nació en la Palomera de Ávila, cerca de Ávila (España), el año 1592, y de joven vistió el hábito franciscano en la Provincia descalza de San José. Ordenado de sacerdote, se dedicó a la predicación, la dirección espiritual y las obras de caridad. En una expedición misionera, organizada por el beato Luis Sotelo, marchó a Filipinas en 1617 y a Japón en 1619. El 17 de diciembre de 1620 fue detenido, y sufrió crueles tormentos en diversas cárceles, sin más consuelo que la compañía de otros hermanos, hasta su martirio.

PADRE CARLOS SPINOLA

Carlos Spinola, hijo de Octavio, conde de Tessarolo, nació en 1564, no se sabe bien si en Génova o en Praga, en donde su padre estaba al servicio de Rodolfo II de Asburgo. Pasó su juventud con su tío Felipe obispo de Nola, impregnándose en los estudios clásicos y en la práctica del arte caballeresca.

A los 20 años, enterado del martirio del jesuita Rodolfo Acquaviva en la India, entró en una crisis de identidad, que lo llevó a entrar en la Compañía de Jesús (21 de diciembre de 1584). Hizo el noviciado en Nápoles, en Lecce, bajo la guía de San Bernardino Realino, teniendo de compañero de estudio a San Luis Gonzaga. Terminados los estudios de filosofía y teología fue ordenado sacerdote en Milán, en 1594.

Dos años después, en 1596, pese a la contrariedad de su familia, solicitó ir a ejercer su ministerio en la Misión de Japón, partió el 10 de abril, durante el viaje, una tempestad lo llevó a las costas del Brasil y después fue tomado prisionero por los ingleses que lo llevaron a Inglaterra.

Una vez en libertad, volvió a Lisboa, y partió hacia el Japón con un compañero, Angelo de Angelis. Llegó a Nagasaki nel 1602 después de un viaje durante el que fue atormentado por una grave enfermedad que lo golpeó después de tocar los puertos de Goa y Macao. Durante once años, llevó a cabo un intenso apostolado en las regiones de Arie y Meaco, constituyendo una eficaz escuela de catecismo y convirtiendo cerca de cincuenta mil japoneses.

Fue nombrado procurador del la provincia jesuítica y en 1611, vicario del padre Provincial Valentino Carvalho. Al estallar la persecución contra los cristianos de 1614, tuvo que vivir en la clandestinidad bajo un nombre falso, sin acatar la orden de expulsión y cambiando continuamente de domicilio para no ser descubierto. Ejercía su ministerio sacerdotal durante la noche, en las casas de los cristianos, , confesando, enseñando y celebrando Misa; finalmente fue sorprendido el 14 de diciembre de 1618, junto con el catequista Giovanni Kingocu y otro cristiano, Ambrosio Fernandez, en la casa de Domingo Jorge, que morirá mártir un año después, mientras su mujer Isabel y su hijo Ignasio, fueron arrestados y llevados prisionerso junto con el padre Carlo Spinola y los otros.

Después de cuatro larguísimos años en prisión, en condiciones infrahumanas, durante los cuales, a pesar de las varias enfermedades que lo aquejaban, el padre Spinola fue el continuo sostén de sus compañeros de prisión.

A principios de septiembre de 1622, por orden del gobernador Gonrocu, fue conducido a Nagasaki, junto con otros 23 compañeros de prisión; a algunos se los decapitó, y a otros, entre los cuales se hallaba Carlos Spinola fueron quemado a fuego lento. A causa de su debilidad, fue uno de los primeros en morir.

VICENTE (RAMÍREZ) DE SAN JOSÉ

Nació en Ayamonte, provincia de Huelva en España, el año 1597. Emigró pronto a México, y a los 18 años de edad vistió el hábito franciscano, como hermano lego, en el convento de Santa Bárbara de la Puebla de los Ángeles, perteneciente a la Provincia de San Diego de México, y profesó el día 18 de octubre de 1616. En 1618 pasó a las islas Filipinas, y al año siguiente a Japón, donde fue detenido y luego compartió con el beato Pedro y otros frailes cárceles, y el martirio el 10 de septiembre de 1622. Era un religioso humilde, ordenado, trabajador y muy agradable a todos.

LEÓN DE SATSUMA

Japonés de nacimiento, era natural de un pueblo del reino de Saziuma. Pertenecía a la Tercera Orden Franciscana y era clérigo minorista. Fue siempre dóxico o catequista y colaborador del beato Ricardo de Santa Ana, al que prestó una gran ayuda. Era hombre sensato y capaz, sin dobleces y muy sufrido, y que a todos edificaba con su comportamiento. Cuando prendieron al beato Ricardo y a la beata Lucía Freitas, no estaba él en la casa, porque había ido a catequizar en la fe a algunos que querían ser cristianos. Al enterarse de lo sucedido, grande fue el disgusto de León, que fue a los alguaciles y les dijo: pues habéis prendido a mi maestro y padre, prendedme a mí también, que soy su compañero y dóxico, que si él tiene culpa, también yo la tengo, pues la misma fe y ley profeso, y también predico yo como él. Habiendo repetido esto y otras cosas parecidas, fue detenido por los alguaciles y puesto en prisión con el beato Ricardo, lo que ellos, con gran consuelo de ambos, celebraron cantando el Te Deum laudamus. Muy enfermo estaba el P. Ricardo, pero no le faltaban fuerzas para ejercitarse en las divinas alabanzas, ni paciencia para llevar en tan cruel prisión una gran enfermedad sin regalo alguno ni medicinas, antes hambre y toda clase de privaciones.

LUCÍA DE FREITAS

Lucía de Freitas o Fletes nació en Nagasaki en 1542 de familia noble, y contrajo matrimonio con el rico comerciante portugués Felipe de Fletes. De ella dice el P. Diego de San Francisco, misionero de Japón en aquel tiempo: El Señor la había dotado de muchas virtudes y devoción, y particularmente lucieron en ella la hospitalidad y el deseo del martirio. Profesó en la Tercera Orden de San Francisco. Su casa fue siempre una hospedería de todos los religiosos y ministros del Evangelio, que iban allí a esconderse de las persecuciones, a pedir de comer y otras cosas necesarias para el sustento y vestido, y a curarse de sus enfermedades, como si fuera la madre de los sacerdotes, y así la llamábamos todos, madre. Era como para alabar a Dios ver la alegría y caridad con que acudía en ayuda de los perseguidos sacerdotes del Altísimo, lo que no molestaba a su marido que era un gran cristiano. Era una mujer muy varonil, espiritual y fervorosa. Cuando supo que un débil cristiano había abjurado de su fe en presencia del Teniente del Gonrrocu, fue a la casa de éste y, en presencia del mismo y de mucha gente, llena de espíritu y de celo de Dios, reprochó con vehemencia al renegado lo que había hecho, y lo invitó cordialmente a arrepentirse y volver a Dios. El Teniente del Gobernador y sus acompañantes, oyendo las razones de Lucía, se turbaron, y ardiendo de ira al ver la osadía tan varonil de una mujer, le dijeron: ¿Cómo te has atrevido a hablar tales cosas con tan poco respeto del Teniente y de los que con él estamos?, ¿no temes el castigo que te podemos dar por tan grande atrevimiento? Pero ella respondió sin turbación alguna: Sólo temo al Dios del cielo..., a vosotros no os temo ni temo vuestros tormentos, que bien sé que, tarde o temprano, he de morir a vuestras manos por la confesión de la fe, y eso es lo que busco y deseo. El Teniente no quiso mandar que la detuvieran, sólo dijo que la dejasen como a loca, y la echaron de allí.

Cuando el 4 de noviembre de 1621 detuvieron al P. Ricardo en casa de Lucía, ésta quedó confinada en su casa como cárcel, le pusieron guardas y le confiscaron sus bienes. No tardaron en encerrarla en la cárcel de Nagasaki. El 10 de septiembre de 1622, cuando ya estaban en el lugar del martirio los presos procedentes de la cárcel de Omura, llegó allí el grupo de los encarcelados en Nagasaki, capitaneados por la beata Lucía de Freitas, que vestía el hábito de la Tercera Orden Franciscana y traía en sus manos un crucifijo. Iba predicando y animando por el camino a todos los demás, particularmente a las mujeres, con tanto espíritu y fervor como pudiera hacerlo un predicador. Los ministros de justicia y los verdugos, no pudiendo sufrir la actitud de Lucía, le quitaron el crucifijo de las manos y le arrancaron el hábito de la Orden de San Francisco, pero ella continuó exhortando a todos, alabando a Dios y entonando el Magníficat, por lo que le dieron bofetadas, golpes y malas tratos hasta llegar al brasero en que iba a ser quemada. Así, en el grupo que llegó de Omura fue Pedro de Ávila el predicador, y en el grupo procedente de Nagasaki lo fue lucía de Freitas, y en semejante ministerio permanecieron durante el martirio dando muestras de gran entereza humana y de firmeza en la fe.

EL MARTIRIO

El suplicio de la hoguera lo recibieron 22 de ellos, mientras que los otros 30 fueron decapitados, era el 10 de septiembre de 1622. El padre Kimura y el padre Carlo Spinola estuvan entre aquellos quemados en la hoguera; para hacer más largo el tormento la leña fue arreglada formando un amplio círculo.

A la bárbara ejecución, que duró tres horas, asistió una inmensa muchedumbre esparcida sobre los cerros y sobre barcos en el mar; el padre Sebastián Kimura, primer sacerdote del Japón, fue el último del grupo en morir, después de habar permanecido inmóvil por tres horas, atado con los brazos en cruz, sin que el fuego lo haya alcanzado.

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