(26 de agosto)
Nació en Aytona (Lérida), el 9 de enero de 1843. Era hija de sencillos labradores muy religiosos. Y no sólo sus padres, sino toda su familia nutrió de vocaciones a diversas congregaciones.
Teresa consiguió el título de maestra. Ejerció como tal en el pueblo barcelonés de Argensola. Providencialmente, entró en contacto con un canónigo de Huesca, D. Saturnino López Novoa, que preparaba la fundación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. La experiencia comenzó en octubre de 1872. Y Teresa era la "superiora provisional", "sólo por la santa obediencia, pues no tengo capacidad para dirigir un pájaro", escribía la misma Teresa. El 27 de enero de 1873 tomaron el hábito. A los pocos días, Teresa recibió el título de directora general.
A pesar de lo revuelto del panorama político de la España de aquellos años, las Hermanitas comienzan su andadura y abren el primer "asilo de ancianos" en Valencia, con una imagen de S. José en la portería, con la muestra de lo que necesitaban en la casa: garbanzos, arroz... para que los bienhechores conocieran las urgencias y ayudaran. Después vendría la fundación de Zaragoza (1874). En 1876, Roma dio su aprobación oficial al instituto. Y las casas de las Hermanitas crecen a un ritmo extraordinario: en 1882, eran veintisiete; en 1892, noventa y una. Y habían llegado a Puerto Rico, Colombia, Cuba, Perú, Méjico... Cuando muere Teresa, las casas son ciento tres.
Una idea de cómo era Teresa nos la da lo que cuentan de ella, cuando probó la comida para los ancianos en la cocina. Al estar los garbanzos duros, le dijo a la cocinera: "Mire, hermana, si usted quiere mortificarse, mortifíquese; pero no mortifique a los demás; esfuércese por condimentar bien el cocido". Y escribió a las Hermanitas: "Cuiden con esmero a los ancianos, téngase mucha caridad, y observen fielmente las Constituciones".
Murió en Liria, el 26 de agosto de 1897. Las Hermanitas eran, en aquel momento, 1260. Pío XII la declaró beata en 1958. Y Pablo VI la canonizó en 1974.
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