SAN DÁMASO
Pontífice Año 384
Este Pontífice se hizo famoso por haber redactado y hecho grabar los epitafios o lápidas en los sepulcros de muchos mártires de las catacumbas de Roma.
Era de familia española. Fue secretario de los Pontífices Liberio y Félix, y al ser elegido Papa, en el año 366, tuvo que ejercer de "domador", porque tuvo que sofocar una sangrienta rebelión que en Roma se levantó contra él.
Secretario suyo fue San Jerónimo, a quien le encargó traducir la Biblia al idioma popular. Su traducción se denominó Vulgata, que ha sido la Iglesia durante 15 siglos.
San Jerónimo dice de Dámaso: "era un hombre puro, que fue elegido para dirigir a una Iglesia que debe ser pura". Sus epitafios sobre las tumbas de los mártires en las catacumbas se han conservado muy bien. Es la única noticia que guardamos de muchos santos, lo único que sabemos, es lo que Dámaso escribió sobre sus tumbas, por ejemplo de San Tarsicio, el mártir de la Eucaristía. Era excelente poeta.
San Dámaso redactó su propio epitafio así: "Yo, Dámaso, hubiera querido ser sepultado junto a las tumbas de los santos, pero tuve miedo de ofender su santo recuerdo. Espero que Jesucristo que resucitó a Lázaro, me resucite también a mí en el último día".
Desde muy joven, su lectura preferida fue la Biblia, y decía que el manjar más exquisito que había encontrado en toda su vida era la Palabra de Dios.
El introdujo la oración del "Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén".
Durante todo su pontificado se preocupó por obtener que los obispos de todas las naciones reconocieran al Pontífice de Roma como el obispo más importante del mundo.
A ochenta años murió el 11 de diciembre del año 384 y fue sepultado en la tumba que él mismo se había preparado humildemente, alejado de las tumbas de los santos famosos de Roma. Después construyeron sobre su sepulcro la basílica llamada San Dámaso.
Que San Dámaso y su secretario San Jerónimo nos consigan de Dios la gracia de amar, meditar y hacer amar y meditar mucho la Sagrada Escritura.
Jesús Martí Ballester