Emeterio y Celedonio fueron dos soldados romanos venidos a Calahorra con la VII Legión romana a finales del s.III.
La tradición establece que eran hijos de San Marcelo y Santa Nona, patronos de León.
Fueron martirizados, degollados, a orillas del río Cidacos un día 3 de Marzo por no renegar de la fe cristiana, tal como había ordenado el emperador Diocleciano.
Desde fecha muy temprana se les rindió culto en el lugar del martirio, donde se fueron sucediendo distintos edificios religiosos en el emplazamiento que hoy ocupa la Catedral, que acoge sus reliquias.
Durante la dominación musulmana, ante el temor al saqueo y expolio de las iglesias, las reliquias de los Santos fueron trasladadas al Monasterio de Leire, en Navarra, donde permanecieron varios siglos.
Por su parte, la huida de cristianos hacia el Norte hizo que se desperdigaran algunas reliquias de los Santos y que se extendiera su culto a otras tierras, como Santander (atestiguado ya documentalmente en el s. IX), o Cataluña (Cardona).
Su fama dio origen a numerosas leyendas, como la que dice que las cabezas de los Santos subieron por el Ebro hasta llegar a Santander.
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En 1999, con motivo de la conmemoración del XVII centenario del Martirio, se revivieron estas tradiciones y se estrecharon los lazos de amistad con estas ciudades, que acogen parte de nuestra tradición
Pasado el peligro y reconquistada definitivamente la ciudad, las reliquias volvieron nuevamente a Calahorra y esta traslación, un 31 de Agosto, se toma para fijar el otro 'día grande' de nuestras fiestas, por ser el tiempo más favorable que en Marzo.
En la actualidad, la Cofradía de los Santos Mártires, fundada en 1332, se encarga de mantener viva la tradición y el espíritu de nuestros Santos entre los calagurritanos.
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